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Doña Rosario de Acuña, pionera

 


    Me planto a escribir este artículo el día 8 de marzo; consideré oportuno hablar de Doña Rosario de Acuña justo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en estos días en que los elementos conservadores de la sociedad se han apuntado a la conmemoración, con el objetivo habitual de mermarla de contenido; incluso acabo de ver en la tele que el PP de Madrid convoca su propia manifestación, con el ánimo de dividir un movimiento pujante.

    Le quitan al día el apellido, pero es inevitablemente de la Mujer Trabajadora, porque se recuerda el asesinato de unas obreras del textil que fueron vilmente achicharradas por la patronal cuando defendían sus derechos laborales.

    La Tertulia Encuentros había considerado que el valle del Nalón no conocía suficientemente a Doña Rosario de Acuña y Villanueva, (1850-1923), por lo que decidió traerla a la memoria de la ciudadanía como colofón de los múltiples actos organizados institucional o socialmente alrededor del 25N. Se montó la exposición “Rosario de Acuña, vida y pensamiento” obra del Fórum de Política Feminista, de Gijón; la doctora Fernández Morales, presentada por la catedrática de la Universidad de Oviedo, Socorro Suárez Lafuente, analizó más detalladamente su trayectoria vital con la charla “Rosario de Acuña, pionera feminista”.

    Pionera. Antes de que ciertos varones acometieran famosas expediciones montañeras ya andaba ella trepando por la cordillera astur de los Picos de Europa o por la portuguesa Sierra da Estrela.

    Cuando escribir seriamente era considerado exclusivo de un sector masculino de la población, fue la primera mujer en dar un recital poético en el Ateneo de Madrid. Se dedicó con ahínco y éxito no sólo a la lírica, sino al articulismo periodístico, o el teatro; osadía que le originaría algunos inconvenientes.

    Por ejemplo, justo en estas fechas de noviembre del 1911 publicó un artículo titulado “La jarca de la Universidad” que la llevaría al exilio para evitar la pena de prisión. Es el caso que en la Universidad de Madrid “unas estudiantas” (sic) fueron apedreadas por sus compañeros cuando quisieron acceder a la Universidad. En una hermosa parábola de humanidad, solamente fueron ayudadas por un carretero que pasaba por allí. Los términos de Doña Rosario fueron durísimos con los agresores; por ejemplo, “jarca” era un término despectivo procedente de la desastrosa guerra colonial en Marruecos. Tan duros que el artículo se publicó por primera vez en el parisino diario “El Internacional”, no cabía en periódicos nacionales.

    No menos problemática fue la representación del drama “El padre Juan”. La oposición, dirigida por el clero y secundada por la prensa conservadora, impedía que tuviera sitio para realizarla, así que, armada de decisión, fundó compañía, alquiló teatro a sus expensas y hasta cosió parte del vestuario. Fue un éxito, pero a los cuatro días el gobernador civil cedió a las presiones eclesiásticas y la prohibió. El libro fue luego éxito de ventas.

    Este comportamiento censor de las autoridades católicas reafirmó su posición contra la jerarquía eclesial, se ratificaba en su testamento, en el que quiso hacer constar “…no consintiendo que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras, que es mi desprecio completo y profundo al dogma infantil y sanguinario, visible e irracional, cruel y ridículo…”


    Fue pionera en ponerse al lado de la clase obrera, que la homenajeaba cada Primero de Mayo. Pionera en pelear por la higiene, la salud y la educación de las mujeres: “
Engolfaos en el estudio para que tengáis armas de reserva con que defenderos”. Pionera en el sentido moral de las relaciones matrimoniales; “bien casada” en el sentido económico con un militar, al poco tiempo conoció su infidelidad y se separó sin más miramientos; luego formaría pareja, para escándalo de las señoras conservadoras, con un señor más joven que ella. (Una visitante en la apertura de la muestra decía con énfasis, “¡Fizo bien!”)

    La figura de Doña Rosario ha ido recuperándose poco a poco en Gijón, donde definitivamente se estableció, para llegar a ser faro de posteriores generaciones como lo fue de la suya. Después un periodo de olvido su memoria se fue revitalizando a partir de trabajos como el del
fallecido Xosé Bolado, capaz de preparar una magnífica edición de su obra completa en cinco tomos con la colaboración del Ayuntamiento de Gijón. Ese mismo patrocinio ha permitido que la doctora Marta Fernández Morales pudiera disfrutar de una beca de investigación que dio como fruto el libro “Rosario Acuña. Literatura y transgresión en el fin de siècle”.

    El recuerdo de la escritora hace que al menos diez asociaciones lleven su nombre en Gijón, donde se celebraron diferentes eventos en conmemoración del centenario de su fallecimiento y una escuela de temas feministas la recuerda anualmente en su antigua vivienda de El Rinconín.

    Estas líneas no merecieron ser publicadas en su día por el diario asturiano “La Nueva España”, creo que es de interés difundirlas; como complemento relaciono a continuación la bibliográfica consultada, para uso de quienes quieran profundizar en la figura de Doña Rosario

Bibliografía:

  • Acuña Rosario. Obras Reunidas. José Bolado para KRK Ediciones, 2009.
  • Acuña Rosario. La casa de muñecas. Arcibel Editores. 2006
  • Fdez. Morales Marta. Rosario de Acuña. Literatura y transgresión en el fin de siécle. Milenta Muyeres y Ayto Gijón. 2006.
  • Fdez. Riera Macrino. Las Dominicales. Rosario Acuña en Asturias. Ediciones Trea. 2005.
  • Fdez. Riera Macrino. Rosario de Acuña. Una heterodoxa en la España del Concordato. Zahorí Ediciones. 2009.
  • Glez. Neira Aquilino. Rosario de Acuña. Masonería y anticlericalismo burgués. Eikasia Ediciones. 2005

 

 

 


Comentarios

  1. Gracias Miguel,muy interesante artículo de una gran mujer .

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