Me levanté con ánimo, este día claro de Sant Jordi. Empecé a envolver los libros en papel de regalo y bajé a encargar las rosas; la tarde anterior me había acordado a destiempo. La floristera de plantilla me da la buena noticia de que tiene vendidas casi todas; “ahora parece que más gente hace eso de la rosa y el libro; antes casi eras sólo tú”. Me alegro de que el uso vaya medrando.
Mientras escribo pongo “Les floristes de la Rambla”, como suelo en esta fecha; una canción preciosa de Miquel Porter, aunque prefiero la versión del Serrat, con mejores medios orquestales. Canto con él: Les floristes de la Rambla ajuden a sortir el sol… y echo la mirada atrás, cuando las Ramblas eran una explosión de colores sin turistas alemanes.
A medio día había quedado con las amistades para tomar el vermú. Ya nos liamos, fuimos a comer y terminamos la tarde tomando sidra; una jornada de socialización típicamente langreana, buena para el corazón, aunque se queje el hígado.
Entre tanto, se origina una bonita polémica porque en la radio la señora de ese partido que añora a Ledesma Ramos no ha querido condenar que a políticos de la izquierda les hayan enviado unas balas por correo. Siempre hay alguien que regaña a los trabajadores que votan a la derecha; normalmente les acusan de ignorantes.
¡Lo que faltaba, culpar a la víctima! La enseñanza oficial no nos ha enseñado que Franco y sus secuaces asesinaban, habla de una guerra civil y define como “un desgraciado enfrentamiento entre españoles” lo que realmente fue un muy cruento golpe militar, alentado por el Capital y bendecido por el Vaticano. Pocos decimos que el levantamiento de los generales no fue contra el régimen democráticamente elegido el 12 de abril de 1931, de hecho, el primer manifiesto del “caudillo” terminaba con un ¡Viva la República! y sus primeras banderas fueron tricolores. Fue un golpe contra el campesinado que quiso poner en marcha la Reforma Agraria, contra el proletariado que quiso hacer efectiva la jornada de ocho horas (que muchos aún al día de hoy no disfrutan), contra quienes dijeron que la Iglesia era un negocio privado que no debería intervenir en los asuntos del Estado…
Lógico que los amos hagan su versión del cuento, deberíamos los esclavos contar las cosas desde nuestro punto de vista, sin embargo, se puede observar que no dotamos de instrumentos. Las estructuras de formación de partidos y sindicatos han sido desmanteladas; conscientemente, porque es más fácil manejar a una masa de afiliados que no salgan respondones a los mandamás. Los medios de comunicación obreros apenas existen, en consecuencia, las noticias dependen de las grandes agencias y sus financiadores, por tanto, de sus intereses.
Decía Lenin que había un grave peligro de que los técnicos que trabajaron para los zares se pasaran a las filas revolucionarias por puro oportunismo, eso originaría la burocratización del partido; quedaban entonces para el proletariado tres tareas: “Estudiar, estudiar, y estudiar”. ¡Leamos! Conozcamos los grandes pensamientos de la cultura universal, si bien, haciendo caso a las enseñanzas de Schopenhauer a los estudiantes alemanes: No fiarse de los resúmenes y de los comentarios que hacen otros, ir directamente a las obras de los filósofos.
Les floristes de la Rambla sembren flors a tots els vents. Como ellas, sembremos a los cuatro vientos las flores de la cultura que corresponden a nuestra clase social; i si a l'estiu no les venen /ja les vendran a l'hivern. Si no son generalmente admitidas en este oscuro invierno social, ya llegará la luz del verano que deslumbre a las siguientes generaciones de jóvenes trabajadores. Proletarios de todos los países, fomentemos el espíritu crítico del que nos dotará compartir conocimientos. Formamos una nueva generación de ciudadanas y ciudadanos que se hagan a sí mismos libres, solidarios, radicalmente humanos. ¡Leamos!
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