Buenas noches, amigos, ciudadanos, espías… Repaso
la obra de Alberto Vega, langreano tempranamente perdido (1956-2006) y
me llama la atención la capacidad para titular los poemas. Hay mujeres que
nunca reciben postales de amor. Un policía nos robó todos los besos.
En la cubierta de su Obra completa, editada (2007) gracias
a la iniciativa de sus amistades y la colaboración del Ayuntamiento de Langreo,
escribe Ángel González que trabaja, raro privilegio en nuestros días,
con la materia común, palabras de muchos, pero tamizadas por su vivencia. Cualquiera
de nosotros recordaría los juegos infantiles de vaqueros e indios en Fort
Apache:
Más de una vez, al preguntarme
de dónde viene toda esa tristeza
que se agolpa en mi cuarto algunas noches
mientras tomo la pluma, he visto a un niño
inteligente, limpio y ordenado
hablar solo, arrastrarse por el suelo,
colocar sus apaches alrededor del fuerte.
La diversión fundamental, fuente de aventuras imaginativas,
fue durante mucho tiempo el cine, con su oscuridad cómplice. Aventura:
No era la noche, se le parecía
como el perfil del sueño a otro sueño.
Pero caíamos
en su trampa
como
ciegos
(Salir luego del cine es ser protagonista
de esa otra aventura que es la vida).
Generación que había cumplido los 18 cuando murió Franco
(por fin), pero no tenía la mayoría de edad legal. Altamente sospechosa para
los guardias. Un policía nos robó todos los besos:
Fue aquella noche de regreso a casa,
después de firmar los dos aquel contrato
de gloria y compromiso con la luna.
Unos gramos de haschisch pueden ser un problema
casi tan grave como creernos libres
en estos tiempos, tan confusos y difíciles.
(Un par de libros, las llaves, el paquete
de cigarrillos negros, unas cuantas monedas,
fotos y kleenex esparcidos por la acera).
Fue aquella noche, de regreso a casa…
Un policía ocioso nos retuvo
por llevar de contrabando tantos besos.
Las fuerzas del (des)orden de la Dictadura tenían como
misión perseguir los comportamientos “inmorales”, o sea, las parejas en los
parques; y, ya de paso, joder un poco cacheando sin venir a cuento.
No sólo. Fundamentalmente, estaban para que nadie se moviera. Eran tiempos en que las manifestaciones, hoy tan comunes que hasta las monjas las usan para defender sus privilegios en la enseñanza, se disolvían a tiro limpio. El 8 de julio de 1978, sanfermines, apareció en la plaza de toros de Pamplona un grupo pidiendo libertad para los presos políticos; que los había, y muchos, aún no había nacido la Constitución. La policía (los grises), disparó sin cuento; 150 heridos, 11 de ellos de bala, y un muerto, Germán Martínez, Garín, militante de la LCR, 27 años, abatido por un trueno en la frente. No hubo ni siquiera juicio. Martín Villa, ministro del Interior, corrió un espeso velo de traslados y silencio
El primer libro de Alberto, Brisas ligeras, -que
aparece en la imagen con todo el polvo de mi biblioteca-, lleva imágenes de su
amigo Helios Pandiella; fue autoeditado, financiado con la venta entre
las amistades en los pubs donde agotábamos las noches, las pesetas, la
salud, los amores y las ideas. Año 1980, Disparos de niebla:
“Para Garín asesinado en la calle”.
Era preciso
ensayar nuestro grito desgarrado
por encima de los vivos y los muertos.
O morir en el aire de un disparo
entre el brillo sintético y la niebla
de sus uniformes obsesivos.
Era preciso.
Gritar.
O abrazarse al compañero asesinado.
Erradicar el llanto que aún bebemos,
ronca ya la garganta,
los ojos ametrallados y serenos.
Así que la desesperanza fue calando poco a poco en una
juventud, ocupada fundamentalmente en estar parada, viendo que los nuestros,
cuando llegaron, sólo se preocuparon de lo suyo. Entró al galope el caballo
por las calles de las Cuencas mineras, llevándose por delante muchas vidas.
Alberto recuerda a los caídos por el buco. Ora pro nobis (o por tu puta
madre):
Hay que cambiarle el nombre a tantas cosas,
fifo, tista, isabel (besos a ernesto),
javier,
jami, paco y tantos otros tantos…
El pasaporte aquel que nos vendieron
era falso: se agotaron los billetes para el
cielo.
Gestionado por la asociación cultural Cauce del Nalón,
se convoca cada año un certamen de poetas en su memoria; ésta será la vigésimo segunda edición. Hoy, Día Mundial de la Poesía, es una buena cosa
leer algo suyo, y enviar un cariñoso saludo a sus mujeres, Paula y Lucía,
desde estas páginas virtuales, que siempre comparo a la botella que el naufrago,
más para darse ánimos que por esperar respuesta, deposita en la mar. O bien,
como escribió Alberto:
Un poema es una carta extraviada
en el buzón del tiempo.
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