Es nuestro futuro pluscuamperfecto, la muerte; el único destino cierto, cada paso que damos en nuestra existencia es un avance
a la postrimería; por eso no puedo entender a las personas que acumulan, a
costa del sudor ajeno, fortunas que no gastarían en siete vidas. El saber
popular lo deja bien claro, dice un refrán catalán que “los sudarios no tienen
bolsillos”.
Cuando empezó todo este telar
que nos mantiene encerrados se produjeron dos fallecimientos de esos que tienen
derecho a necrológica en los diarios. Carlos Falcó y Fernández de Córdoba, V
Marqués de Griñón, de familia “noble”, amigo del rey jubilado, pluriesposado, y Lorenzo Sanz, ex presidente del Real Madrid, ganador de títulos balompédicos. Después fueron cayendo famosos y famosillos, de donde se demuestra que la salud es de todos o no es de nadie; un virus que sale
de un sencillo mercado de ganados en una ciudad que no sabíamos poner en el
mapa, acaba con personas a quienes sus dineros no han podido proteger. Lo escribió el poeta: "Así que no hay cosa fuerte/ que a papas, emperadores y prelados/ lo mismo trata la muerte/ como a los pobres pastores/ de ganados"
Estos personajes forman parte
de un Sistema que ha intentado desarmar la Sanidad pública; ellos tienen
posibles para pagarse un médico cuando lo precisen, pensaban. Sin embargo, la
forma de vida actual, -desprecio de la Naturaleza, habitats insalubres, fuertes
y rápidos movimientos de personas en todo el mundo-, exigen una estructura
universal de Salud. Bill Gates: “No nos extinguirá la guerra nuclear, acabará
con nosotros un microbio”.

Pero el peso, finalmente, cae
de manera abrumadora sobre los de siempre, la base de la sociedad. Veamos: El
30 % de la población de Chicago es negra (afroamericanos, les gusta decir a los
finos. Bueno, sea, afroamericanos negros), pues bien, el 72% de los muertos por
virus son suyos. Luisiana, con una proporción de 32%, también es propietaria
del 72% de fallecidos, y Detroit, durante decenios capital del automóvil, tiene
la mitad de la población negra, sin embargo ha conseguido el 80% de las víctimas mortales. ¿Es
éste un sector de la ciudadanía más sensible al COVID-19? No, son más pobres,
comen peor, viven en condiciones más insalubres y no tienen seguro médico.
Fueron espeluznantes las
declaraciones de la Ministra de Defensa que nos toca en suerte, en el sentido de que el Ejército “ha
encontrado decenas de ancianos abandonados, enfermos, incluso muertos”. Imagen tan terrible como las de Guayaquil, con cadáveres abandonados en las calles. Regreso a la Edad Media ¿En qué
sociedad vivimos? En una que desprecia a las personas improductivas.

Las residencias de ancianos se
han convertido en una trampa mortal. Los datos reales de lo sucedido en Madrid
nunca los conoceremos (hay mucho que hablar de estadísticas), pero lo que ha
trascendido es aterrador. Aquí hablamos de residencias privadas en general,
claro que en otras comunidades habría que revisar resultados; en esta Asturias de
nuestros disgustos hacía alarde de éxito una responsable de Servicios Sociales “Si
no tuviésemos el ERA habría que inventarlo”.
Porque las informaciones que
estamos recibiendo demuestran poca fiabilidad. El Tribunal Superior de Justicia
de Castilla La Mancha avisa de que, según sus cuentas, hay 1.921 fallecidos,
contra 774 que publica el Gobierno. El Instituto Nacional de
Estadística dice que en Madrid se han perdido 3.348 víctimas. La oposición le echa los
muertos al Gobierno, cuando estos datos salen de las Comunidades autónomas, que
tienen transferidas las competencias de Salud.
Habrá que dedicar un capítulo
a Estadística. Vamos a dejarlo por hoy, ya que el tema es doloroso que no sea
también pesado. Cierro con música, a partir de otra baja. Se ha muerto de lo
mismo John Prine, guitarrista y cantante country, admirado por Dylan y
llorado por Springsteen. Había sobrevivido a un cáncer de garganta en 1998, la
peor prueba para una cantante.
En USA hay una larga tradición
de autores musicales populares, ligados a la población trabajadora, con letras
comprometidas, valientes y divertidas. Prine (1946-2020) estaba ligado a
Nashville, una de las capitales del country; sus letras “se meten en política”,
o ironizan con gracia. Por ejemplo, “The missing years” (1991) habla de la
adolescencia y juventud de Jesús, el hijo de María; empieza bien: “Belén Oeste no es el sitio
ideal para un muchacho de doce años”, así que el nazareno sale por el mundo,
pasa por España, Francia (prueba el beaujolais, uno de mis vinos míticos)
y llega a Italia, donde se echa novia irlandesa…Después del erasmus
vital regresa a Palestina. “¿Qué quieres ser de mayor?” “¡Dios!”, Era
vocacional, el hombre.
El disco que os dejo se titula
“Some humans ain’t humans” (Algunos humanos no son humanos) “Vas a la iglesia/
te sientas en el banco/ a tu lado puede haber/ humanos que no son humanos”
https://youtu.be/lB2E6RX7W44
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