En este mal sueño que vivimos hay una parte de espectáculo
insufrible, agravado por este invento, unas veces angélico, otras demoníaco,
según cómo se use, que son las redes sociales.
Estulticia: Necedad, tontería (RAE). Como la de estos recién
matrimoniados en Italia, que se retratan con sus mascaritas. Después de la
foto, ¿se han retirado a casa y guardan entre sí metro y medio de distancia?
Hemos pasado de ser celosos de nuestra intimidad, incluso protegida por las
leyes, a exhibirnos impúdicamente; todo el mundo tiene acceso a nuestras más
personales estupideces.
Se pueden leer toda clase de opiniones, de teorías sobre la
génesis de este brote vírico, pero seguramente lo más peligroso es lo que viene
de aquellos que ofrecen la solución en las curas y en los curas. Curas mágicas,
por ejemplo, inflarte a comer ajo, o llenarte de vino o de aceite de oliva. No
sé el caso del ajo, pero acerca del caldo de uva os recuerdo que hace unos días
los cosecheros se estaban planteando si merecería la pena vendimiar; y los
patronos del olivo se quejaban del bajo precio. ¿Está claro? Soluciones mágicas
para su cartera.
En cuanto a los curas milagreros tengo poco que decir, la
población ha ido a los Centros de Salud y a los hospitales para
curarse; ni a misa ni al rosario. Sin embargo, tienen que seguir dando el espectáculo, como ese presbítero
alicantino a quien todos hemos visto sacar de paseo la hostia, ¡Y la Guardia
civil escoltando! Cuando tenía que haberlo detenido, por saltarse la orden de
confinamiento.
Mi arzobispo preferido (siempre me da tema para escribir),
Jesús Sanz, -franciscano, pero poco-, ha vuelto a clamar a la Santina para
que nos proteja de todo mal. ¡Hasta el gorro está la Covadonga! La vez anterior
en que nos encomendó a ella fue cuando la patria estuvo en peligro por la
elección de un gobierno socialcomunista apoyado por independentistas y por
filoetarras. Este señor, por cierto, no está entre los más de 3.000
asturianos denunciados por incumplimiento de la orden de encierro, pese a que salió
para decir misa con público el domingo pasado: no había mascarillas, aunque sí
algún mazcaritu (Asturiano, mazcaritu: hombre disfrazado,
generalmente en el antroxu)
Yo creo que deberían dejar el asunto de las soluciones en
manos del sufrido personal sanitario, que cumple a pesar de los pesares, sin
los medios elementales. Los dirigentes políticos astures los aplauden con fervor, pero no
se acuerdan de que tienen el 30% de la plantilla con contratos eventuales.
Bueno, en otro capítulo hablaremos de esto; ahora decía yo al clero militante,
que encarguen el asunto a los científicos y dejen de clamar al cielo, “así Dios
se podría dedicar a otras cosas, ¡que no se preñen las solteras, por ejemplo!”
(El dominico lego en La Marrana, de José Luis Cuerda, 1992).
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La estupidez es altamente contagiosa |
Esta actitud tiene paralelos en otras latitudes, no hace
falta decir de qué manera Trump se reía
del “virus chino”, o Bolsonaro hace bromas con la “gripecita”. Más allá, me señala
mi amigo Fernando Montes un país que no sé ubicar en el mapa, Turkmenistán, y
dice que “su presidente, de nombre impronunciable” (¡Y tanto, dice llamarse Gurbanguly
Berdimuhamedow!) ha prohibido citar la palabra “coronavirus”. Otra
forma mágica de vencer la enfermedad; como los niños, que cuando tienen miedo
cierran los ojos para hacer desaparecer el peligro.
Para su escarnio, el Prime Minister de Su Graciosa Majestad,
Boris Johnson, que había mantenido posiciones irresponsables, cayó enfermo con
todo su equipo sanitario. Igualmente, este diputado nuestro que citaba antes, para el que yo pensaba proponer que le llevaran al otro lado de la valla de
Melilla, pero no me dio tiempo, al otro día Marruecos vetaba la entrada de
españoles. El mundo al revés: el Magreb no admite europeos apestados.
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El lanzatiritas de Mario (7 años) |
El Gobierno habrá cometido errores, claro, también los
analizaremos, pero hay actitudes que no tienen un pase. La inefable Presidenta
de la Comunidad de Madrid, experta en declaraciones irracionales, retaba al
ejecutivo: “¡A que no se atreven a prohibir la entrada de los dos aviones con
material sanitario que hemos comprado para Madrid!” ¿Para Madrid?, ¿pero no
habíamos quedado en que había que ser solidarios? En cualquier caso, nadie había
vetado tales vuelos, pero lo más divertido es que han pasado 10 días y los
aviones no aparecen. No encuentran a Madrid en el espacio aéreo tal vez, porque
no creo que la señora haya querido engañarnos. ¿O sí? Mauro, un niño de Oviedo,
para ayudar a solucionar lo del virus, ha inventado una máquina que dispara
tiritas; vamos a apuntar a la boca de la Presidenta.
Otra inteligentísima maniobra, ésta en el terreno
deportivo, se la ha apuntado un responsable del equipo de competición automovilística
de Red Bull: hacer que sus pilotos se contagien voluntariamente. Así pasarán la
enfermedad ahora que el circuito está parado y vencerán fácilmente cuando más
tarde la sufran los rivales.
Bueno, y ya corto, porque el nivel de estulticia humana
exhibida en este breve periodo de tiempo es más grande que el de toda la
historia de la Humanidad. Vean ustedes, señoras y señores del jurado, la
recomendación del horoscopero de un diario aparentemente serio, esta misma
semana de la prórroga del confinamiento. ¡Que Marx nos coja confesados!
La segunda foto representa a un llamado Pelayo Fernández que no sé exactamente a qué se dedica, -puede que sea modisto o costurero-, pero el resultado da como para que sea famosillo. Sale con su marido y escribe: "Nosotros, precauciones en la más estricta intimidad pública".
ResponderEliminarExhibicionismo.
Estupidez y perversidad. La Nueva España publica: "localizado y debidamente interrogado el chavalón que grabó un vídeo al volante de un coche en Torrevieja diciendo que él y otros 4.000 madrileños estaban en camino para tomar el sol y contagiar a los que se pusieran por delante".
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