Ir al contenido principal

Mariano...

Foto de Carmen Martín


No hay en el abarrotado tanatorio de Sant Vicenç dels Horts corbatas ni trajes. Los pobres somos más bien feos. O al menos lo parecemos desde las pautas habituales; no nos cortan el pelo ni nos tratan con mimo las barbas en establecimientos de lujo, no nos brillan los zapatos como los de aquellos que sólo pisan moqueta, no vestimos a la moda ni podemos ir a gimnasios, y lo que es peor, no disponemos de seis mil euros para arreglarnos la dentadura, ¡y estar mellado avejenta tanto!

Hemos venido a despedirle desde los cuatro puntos cardinales: Andalucía, Asturies, Extremadura, Murcia, Valencia, Valladolid, “De Norte a Sur, de Este a Oeste…” se repitió de nuevo a voz en grito. Mariano López Salazar, -de quien se dijo imprevisible, sonreidor, combativo, comprometido, amable, no sé cuántas cosas más, y amigo de sus amigos-, se ha ido con sólo 53 años y con bastantes proyectos pendientes.

Llenamos, las gentes sencillas, el salón de actos y la explanada ante el centro funerario. Hubo música, prosa, poesía y sentimientos a flor de piel, en una hermosa ceremonia civil; las intervenciones tapadas a veces por los llantos ahogados.

Su hija Sara, quizá reconfortada por la entereza de la abuela Ana, con la voz quebrada y el espíritu firme, fue capaz de retratar a un padre indescriptible; alguna de sus palabras las habíamos de oír repetidas toda la mañana: Risas, respeto, valentía, sonrisas, generosidad, Dignidad, ¡Libertad!

Los chicos de la calle leyeron como pudieron un escrito colectivo; lloraron, casi más que cantaron, su canción. Amaya, amiga y compañera, señaló frases proverbiales: Nada para él, para todos todo. No decir, sino hacer. Equivocarse con los suyos para aprender. Un poema de Alejandro Faus, colega de la infancia, hablaba de asaltar todos los palacios de invierno.

El grupo de música de cámara abordó La Internacional, muchos levantamos el puño con rabia, quejándonos a la traicionera parca, otras aprovecharon para enjuagarse las lágrimas. Toni Carrión hizo lo que pudo para contener los sollozos, se apoyó en su trallada guitarra para ofrecernos una canción sin tristeza, que nos moviera. La coreamos, a galopar, a galopar, hasta…

Después, el féretro cubierto de símbolos proletarios, fue llevado a hombros al reposo final. Se repartieron las rosas en un gesto de esperanza. Una mujer con acento del Sur le decía a la otra: “¡Y lo que le han cantao! ¡Qué entierro más bonito, hija!”


Epílogo: Más de cuarenta personas de todos los territorios nos juntamos a comer en el Ateneu Familiar y brindamos por Mariano. A él le gustó vernos en armonía y fue repartiendo besos, abrazos y golpecitos en la espalda: “¡Ánimo compañera, ánimo compañero, que queda muchos por hacer!” Yo volví a tararear “Cal que neixin flors a cada instant”, miré detenidamente a esta tropa que no lleva trajes con esa moda de una talla inferior, que unos minutos antes se había retratado con orgullo ante el mural en el que la juventud del barrio dejaba el mismo mensaje “Som el brot de la teva Dignitat”. Apena que se marchite una flor, pero deben nacer más cada día. Creamos. Pero la fe no es esperar, sino trabajar duro, sembrar la tierra con nuestro sudor para recoger el grano que hemos de sembrar. Veremos los brotes de la Dignidad.

Y me ratifiqué. Los pobres podemos quizá parecer feos a simple vista, con la carrocería abollada, escasamente mantenida, pero la maquinaria interior late perfecta y destila las mejores esencias de la Humanidad. Y sonreí ante una de las frases favoritas del maestro Mariano López Salazar, emigrado de Lanjarón al Baix Llobregat: “Será la Revolución de los sin dientes!”.

Deu, amic; fins un altra vegada!



Comentarios

Entradas populares de este blog

Se me han hinchado las narices

Se montado la de la Virgen. La corporación ha hecho público que retirará los símbolos religiosos de los centros oficiales, incluyendo, claro, la imagen de la Virgen del Carbayu, patrona de Langreo, y una parte de la población ha montado en cólera. El martes hubo concentración, voces, imprecaciones y zarandeos. “¿Qué y-pasa a esti home? Na, que cayó, ahí nel pasu peatones. ¡Ah, en el ladrillu esi!” Por lo que se ve todo el mundo lo conoce; hay una diferencia de casi cinco centímetros entre la acera y el badén, cualquiera puede tropezar y romperse la cara a la entrada del Mercadona. En este caso era al ir, si es a la vuelta, con las bolsas en las manos, me parto el alma. Reunieron más de cinco mil firmas. A la puerta de la Casa consistorial leyó Julio las razones por las que consideraban que no debería retirarse la imagen, ante unas quinientas personas que lo apoyaban. Dicen que los concejales de Somos se rieron, y se armó la de dios es cristo. La gente se impresiona mucho por

Montauban, Azaña y otros exilios

No terminaba de entenderlo. Fui preguntando a gente que sabe más que yo de estos asuntos. Una señora de Asturies, un señor de Lleida, más próximos a la centena que a la noventena de años, habían decidido dejar de hablar en castellano, era como si no lo recordasen. La gente me dice que es bloqueo por los sufrimientos de la guerra, la emigración forzosa, la terrible postguerra…Puede ser. La Red Republicana nos invitó a ir a Montauban , con motivo del 75 aniversario de la muerte de Azaña, el 3 de noviembre; acudí en calidad de vicepresidente del Ateneo Republicano de Asturias, junto al presidente de honor, Paco Prendes y los compañeros Faustino Álvarez y Antonio Cuervo; agradable compañía.  Yo no sabía mucho de Azaña, no le había prestado interés, la verdad; sin embargo hay algo en lo que todo el mundo insiste cuando habla de él: su sentido ético, suficiente para dedicarle atención en una España que parece haberlo perdido, más cuando la palabra que oigo repetir, relativa a esos a

El crimen de Vindoria

Había poca luz en la cocina, por entonces la corriente venía a 125 voltios y las bombillas tenían pocos watios, para no gastar; además era frecuente que se cortara el servicio, se levantaba entonces la sólida tapa de hierro colado y la lumbre proyectaba sobre la pared figuras espectrales. La Cuesta Vindoria estaba entre los espectros de mi infancia, entre las historias que oía contar después de la cena; ahora los conozco mejor gracias al libro de Rosa del Carmen Álvarez Campal, que explica el asesinato de cinco mujeres y tres hombres de Laviana, a mano de civiles golpistas. Luis el de la carretera, 55 años, Avelino Hevia, 23, Pepe Toribio, 50, Julia Morán, 41, Chucha la de Blas, 20, Luisa la Cucharona, 19, Rosario Montes, 39, y Joaquina Antuña, 33, fueron sacadas en un camión de la repleta cárcel comarcal ( “no había sitio para sentarse” ) en una noche de otoño que amenazaba nieve, y rematadas, once kilómetros Río Nalón abajo, en una curva donde nunca da el sol. ¿Por