Son de estas casualidades de la vida; mientras leo la
amenaza de hambruna en Guatemala, de la que advierte OXFAM, vienen a avisar
desde la Fundación Gustavo Bueno que los campesinos guatemaltecos son subversivos.
Dice la Revista de Oxfam, diciembre 2019, que, en el
llamado Corredor Seco, es decir, la
costa del Pacífico, 81 municipios, hay una
población de 1’8 millones de habitantes muy seriamente perjudicados por el
cambio climático. Sucesivamente, las tormentas tropicales han dañado las
cosechas y ahora la sequía las malogra. Es zona con dos cultivos casi
exclusivamente, maíz y frijoles; la escasez de lluvias desde hace meses hace
que las panojas no maduren y que las vainas estén secas. Por consiguiente, la
escasez alimentaria se ceba en los niños menores de cinco años, con retrasos de
crecimiento irrecuperables.
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No crece el maíz. Foto Oxfam |
A la par, leo en La Nueva España la entrevista con Adolfo
Molina Sierra, guatemalteco provisto de libro, que asegura que los campesinos
han sido históricamente sediciosos.
¿Qué revoltijo es éste?
Ya, ya sé que igual te parece extraño, a ver si acierto a
explicarme. El señor Molina viene con un libro en la mano, que se titula
“Historia verdadera de la quema de la embajada española” para hablar en una
fundación cuyo teórico objeto social es el desarrollo de la Filosofía en
español. El libro habla del incendio de la embajada española en Nicaragua hace
40 años, el 31 de enero de 1980, en el que murieron funcionarios, líderes
campesinos, líderes estudiantiles y juristas, hasta 37 ó 39 personas, según las
fuentes.
En el suceso perecieron el padre y un primo de Rigoberta
Menchú, que emprendió una costosa investigación; luego premiada con el Nobel por su defensa de la población. Se salvaron el embajador,
Máximo Cajal, que consiguió saltar por una ventana, y el dirigente local
Gregorio Yujá Xoén, que no duraría mucho: fue secuestrado dos días después,
apareció asesinado con un letrero: “Ajusticiados por traidores, Correrá el
mismo riesgo el embajador español".
Se entiende un poco el acto de Oviedo si se tiene en cuenta
que el autor viene patrocinado por Iván Vélez, director de la Fundación por la
Defensa de la Nación Española. O sea, la ultraderecha españolista. Así es más
fácil de comprender que las movilizaciones de campesinos hambrientos,
masacradas por los gobiernos entre 1960 y 1997, sean obra de “facciones
sediciosas”. (La Iglesia local dice que el 93% de las muertes durante el
conflicto son imputables al ejército.)
¿Qué pasó en la Embajada?
“La historia verdadera…” está escrita por un testigo
directo. Adolfo Molina Sierra es hijo de Adolfo Molina Orantes, uno de los
expertos en Derecho que había sido invitado por el embajador Cajal. La reunión
estaba inscrita en los planes de cooperación internacional del
Ministerio de
Asuntos exteriores, a cargo entonces de Marcelino Oreja; uno de los temas
previstos era la matanza de campesinos por el Ejército en el Quiché. Llegaron
representantes de los campesinos y de los estudiantes, con el propósito de
encerrarse en la delegación española, para llamar la atención sobre la situación
social del país. La policía cercó la Embajada. Se produjo un incendio, sonaron
disparos y al final casi cuarenta personas murieron, incluyendo el
funcionariado español.
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Se agostan los frijoles. Foto Oxfam |
Molina Sierra estaba en el exterior del edificio cuando se produjeron los hechos; su mujer intentó, -sin éxito-,
hablar con el ministro de Gobernación. Él dice que el incendio lo originaron
“las bombas molotov de los asaltantes” (o sea, los campesinos) y “que se oyeron
disparos desde dentro”.
La fiscal Hilda Pineda, en la instrucción, habla de
“planificación y coordinación policial”. Los testigos de la acusación
aseguraron que el ministro Donaldo Álvarez dio la orden de “sacarlos a cómo
sea”, que la policía asaltó el edificio y los ocupantes se encerraron en un
despacho; un agente declaró: “Llevamos un lanzallamas. Cumplimos a cabalidad
las órdenes del jefe, ¡ojalá no haya clavos!”. Los uniformados, al mando de
Pedro García Arredondo, (condenado a 90 años por los hechos), no dejaron actuar
a Cruz Roja, equipos de socorro ni periodistas.
¿Imperofobia?
Hace pocos meses, un destacado líder de la extrema derecha
española, portador de apellidos de rancia nobleza, decía que estaba por darse
la batalla ideológica y ellos venían a darla. Es en ese contexto en el que se
puede comprender la aparición de libros como “Imperofobia”, la anticientífica
obra de una profesora de instituto que ha pasado a disfrutar de un poco de
gloria tergiversando.
El enlace tiene su importancia. Si uno observa las fotos
(propiedad de Oxfam) no dejará de notar que quienes salen tienen rasgos indios.
La situación de injusticia, el inhumano mal reparto de la riqueza en América
procede de la colonización española, donde los conquistadores mandaban y los
nativos eran esclavizados.
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Yo afirmo haber visto ante mis ojos a españoles cortar manos, narices y orejas a indios e indias sin propósito, |
Sí, esclavizados. Léase a De las Casas o. mejor, a Bernal
del Castillo, soldado castellano que acompañaba a Hernando Cortés. Juan Ginés
de Sepúlveda, tildado de humanista en el siglo XVI, escribe (Democrates
alter), que los indios “deben ser sujetos, como seres inferiores, a una
servidumbre de orden natural”. A esta tarea se aplicaron ciertos cuadros
eclesiásticos, como el obispo de Burgos y arzobispo de Rosano, Juan Rodríguez
de Fonseca, que fue depuesto una vez comprobado que había falsificado
declaraciones y ocultado documentos a cambio de favores materiales, -oro,
tierras y esclavos indios-, del conquistador Diego de Velázquez.
Para vergüenza de las actuales instituciones académicas,
declara Mario Hernández Barba, catedrático emérito de la Universidad
Complutense: “ lo que ocurrió hace 500 años no fue una colonización ni una
conquista, fue una civilización y evangelización”. (Cursos de La Granda,
Asturias, verano 2019)
Testigo directo y recopilador de testimonios ajenos, fue Fray
Bartolomé de las Casas, que escribe “para el muy alto y muy poderoso señor el
príncipe de las Españas Don Felipe Nuestro Señor”, una más que breve “Brevísima
relación de la destruición de las Indias” en la que relata todas las
barbaridades cometidas contra la población nativa, que incluye latrocinios,
cremaciones masivas, perros asesinos amaestrados, esclavitud y cualquier
barbaridad que quepa en mente humana, “y en verdad explica harto poco lo que
aquellos padecen”. Queda el hombre confiado, coherente con su fe, en que todo
se vea el día del Juicio Final
“…haciendo muchas crueldades y herrando muchos y gran número de esclavos, siendo todos hombres libres, y enviando cargados muchos navíos a las islas de Cuba y Española, donde mejor venderlos los podía, acabó por asolar aquellas provincias; y acaeció allí dar por una yegua ochenta indios, ánimas racionales …Daban a escoger entre cincuenta y cien doncellas, una de mejor parecer que otra, cada uno la que escogiese, por una arroba de vino, o de aceite o de vinagre, o por un tocino, y lo mismo un muchacho bien dispuesto, entre ciento o doscientos escogido, por otro tanto, Y acaeció dar un muchacho que parecía ser hijo de un príncipe por un queso, y cien personas por un caballo.”
¿Leyenda negra?
Es cierto que los enemigos de la Corona española hicieron harta
publicidad de estos hechos, pero eso no invalida la acusación de los testigos.
Los que ahora se envuelven, fervorosa, interesadamente, en la bandera
rojigualda quieren negar todo, pero es difícil saltarse las consecuencias de la
infausta división en clases sociales. El señor Molina Sierra quiere hacer
justicia a la memoria de su padre, pero no lo logrará enmarañando la verdad de
los hechos; su comportamiento de señorito latifundista, de blanquito dominador,
se ve en su lenguaje: “Ni mi padre ni los otros dos juristas que llegaron con
él tenían que ver con la entrada de los indígenas”.
¡Ay Señor, qué cruz, ni hablar saben! Vamos a ver, RAE: “Indígena:
Originario del país de que se trata”. O sea, todos lo somos, de alguna parte.
Pero lo que realmente pretende decir es que él pertenece a una categoría humana
diferente, por superior, de la de los pobrecitos campesinos.
La presunta historiadora de “Imperofobia”, María Elvira
Roca Barea, pone como iniciadores de la Leyenda negra los luteranos.
¡Acabáramos! Ésta es la causa de todo: la conjura de elementos contrarios a la
católica religión, la única verdadera. Luego claro, se añadirán a su lista de
felones los socialistas, los anarquistas, los masones, los judíos, y los
peligrosísimos comunistas, que conspiran por doquier.
La única Verdad verdadera.
Ahora, que el Universo anda descarriado, volvamos a la
única verdad científica: la Biblia. Como conjunto de libros revelados por Dios
“que no puede ni engañarse ni engañarnos” debe ser el centro de todas las actividades
de la Enseñanza. Y así no cometeremos la tontería de hablar del cambio
climático, que ya dijo Aznar que era cosa de fundamentalistas, y Mariano nos
dejó claro que no existe, de acuerdo “con lo que me ha dicho un primo que tengo
en la Universidad de Granada”.
Estas barbaridades no son ociosas; se entienden mejor
conforme se baja el nivel. La presidenta de la Comunidad de Madrid, señora
Ayuso, ha declarado que de contaminación nadie se muere. ¿Por qué?, porque no
quiere perjudicar a los comerciantes del centro contaminado de la capital. El
señor Canteli, inefable alcalde de Oviedo, ha sido más claro: prefiere que las
tiendas hagan la campaña de Navidad que hablar de polución. Primero la caja,
luego ya pensaremos en las personas, si acaso.
De este modo enseñaremos en las escuelas que no hay
evolución de las especies, sino que un amable alfarero nos fue modelando en el
barro, abundante en Mesopotamia en la época de las avenidas de Tigris y
Eufrates. Y contaremos que la Tierra es plana.
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Evidentemente. En la actualidad sigo el magisterio de Javi
Poves, futbolista antisistema que me va abriendo los ojos a la Verdad; tan
valiente que el club balompédico que se ha comprado se llama Flat Earth. ¡Toma
ya! Sin embargo, antes que en él, me había fijado en las bien documentadas
teorías de Iznogud el Infame, tan reputado científico en la legendaria Bagdag
de Haroum el Poussah, que aspira a ser califa en lugar del califa. El buen Gran
Visir Iznogud explica con datos incontestables que, efectivamente, la Tierra es
plana. Se sustenta sobre cuatro elefantes que a su vez descansan sobre
dieciséis tortugas. Espinosa de los Monteros va a proponer en el Congreso
cambiar los libros de texto tradicionales por los de la Colección Pilote; el
alumnado ha recibido la noticia con amplísimas sonrisas.
- "No hubo justicia por quema de la Embajada: Máximo Cajal fue responsable". Diario La Nueva España. Oviedo, 4 de enero de 2020.
- "Matanza en la embajada española en Guatemala". Wikipedia.
- "España y Guatemala. 35 años después de aquel incendio". ABC, 31 de enero de 2015.
- "Condenan a 90 años al exjefe de Policía de Guatemala por el asalto a la embajada española". RTVE, 20 de enero de 2015.
- "La masacre de la Embajada en España en Guatemala fue una operación policial clandestina". El Mundo, 13 de enero de 2015.
- "En el asalto a la Embajada de España murieron 39 personas porque lo quiso el Gobierno de Guatemala". El País, 29 de enero de 1981.
- "Brevísima relación de la destruición de Ias Indias" Fray Bartolomé de las Casas.Real Academia Española, 2013.
- "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España". Bernal Díaz del Castillo. Real Academia Española, 2011.
- "Iznogud el Infame", Tabary y Goscinni. Editorial Dargaud.
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