He leído las declaraciones de Don Joel García, de la organización
empresarial Confederación Asturiana de la Construcción (CAC); mi primera
reacción fue pensar en un insulto grave, si bien hay que considerar que quizá
su familia no tenga culpa en esto, así que voy a intentar denunciar sus falacias.
Pide al gobierno de Asturies más inversión y menos gasto
social. Posiblemente te suene la melodía, la letra empieza con un concepto
erróneo: el dinero puesto a disposición de la ciudadanía necesitada no es
gasto, es inversión; esos pocos euros vuelven inmediatamente a la circulación
en la compra de artículos de primera necesidad, de los que el Estado recupera
el 21% en concepto de IVA. No se debe olvidar que una parte de la pequeña
recuperación económica de estos últimos tres años está basada en el consumo
interno.
Critica Don Joel que se gasten 100 millones “para trabajar
menos”, es decir, que se devuelva a los funcionarios la jornada de 35 horas que
se les arrebató al inicio de la crisis. No quiere recordar que previamente a la
concesión de esa jornada, hubo congelación salarial. No quiere saber lo que sus
economistas le dicen, en el sentido de que no hay empleo para todos; una solución
es repartir el que existe entre los brazos disponibles.
Cuando carga contra el salario social asturiano no tiene en
cuenta el rigor con el que trabajan los funcionarios de ese negociado evitando
fraudes. Esta rigurosidad ha traído quejas por el retraso en la resolución de
expedientes (una consejera anterior reconocía que necesita más personal y más
medios), y ha desincentivado a muchas familias, incapaces de desentrañar la
maraña burocrática obligatoria. Tampoco considera que el dato exacto dice que
está bajando el número de beneficiarios, de tal modo que las solicitudes
mensuales son ahora la mitad que en 2016; y que fruto de la seriedad en la
gestión, se han tramitado, por cambio en las circunstancias del beneficiario,
una media de 226 bajas mensuales.
Estos números restan algo de valor a su frase “Las políticas
sociales se han cronificado”. Ciertamente, desciende el número de familias con
necesidades, pero todos los informes, -FOESSA, de Cáritas, Observatorio europeo
de la pobreza, Cruz Roja-, señalan que el 25% de la población asturiana está en
riesgo de exclusión social. El reparto de los beneficios de la modesta bonanza
que tenemos está claramente desequilibrado, los hogares ven escasa mejoría en
su nivel de renta, contra el aumento de los beneficios empresariales.
Pornográficos, en algunos casos. Al igual que la carga de impuestos; no hay más
que comparar lo que las personas que vivimos de nuestro trabajo pagamos por
IRPF y lo que se recauda con el Impuesto de sociedades, ¡y todavía dicen que
hay que hacerles rebajas! Debería ir a discutirlo con quienes, aun trabajando,
no llegan a final de mes.
Tienen de su mano leyes y gobiernos, pero les parece poco,
Son insaciables. Pedro Sánchez, presidente en funciones, acaba de declarar ante
la Cumbre de Empresa Familiar que aspira a “subidas razonables de salarios sin
minar la capacidad de competitividad”. Otro que solamente leyó unas páginas del
libro. La competitividad exige inversiones en tecnología y modernización de
métodos, no recargar las espaldas de las plantillas.

Acabemos con las irregularidades laborales, estoy de
acuerdo. Póngase en marcha una amplia plantilla de inspectores de trabajo, que
estén más tiempo en las empresas que en los despachos, y que controlen que
todas las plantillas tengan sus contratos, que se cumplan los salarios y los
horarios legales, que no se hagan más horas extras que las imprescindibles, y
que se paguen. Que la Inspección de la Seguridad social compruebe que las
cotizaciones son correctas y se abonan. Y en los casos de incumplimientos, fuertes
sanciones económicas. Entonces Don Joel hablaría de “afán recaudatorio de la
Administración”, probablemente.
Desde luego que en Asturies hacen falta inversiones, dirijamos
hacia ello el erario y la capacidad de endeudamiento; ahora bien, ya hay
bastantes kilómetros de carretera y vías férreas, mantengámoslas antes de trazar
más. Tengamos sobre todo en cuenta que sigue existiendo infravivienda; dinero
público para vivienda pública, con pisos de alquiler social. Rehabilitación de
barriadas y pueblos.
¿A qué fuente de financiación recurriremos? El Señor García
quiere sacar millones de euros de la bolsa de los pobres, ¿qué tal si por una
vez, y sin que sirva de precedente, miramos hacia la Banca, para pedir que nos
devuelva todo lo que le hemos prestado? Y si no quiere avenirse, llevémosla a
la Ejecutiva.
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