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Otra Toscana



Las figuras de un cuadro no se ven a sí mismas, para contemplar la composición hay que mirar desde fuera de él. Para conocer un poco de Italia es menester separarse de los circuitos organizados; más que un país es una inmensa sala de exposiciones, una paleta de pintor que rebosa colores paisajísticos y humanos. He aquí algunos brochazos; gruesos, debo admitirlo, pero frescos.
La foto de portada está tomada en Florencia, aguas abajo del Arno, a la altura del Puente Amerigo Vespucci , extramuros de la antigua fortificación romana. Hay allí una asociación particular de no sé qué en la que pudimos entrar sin problemas y disfrutar del soto, la tranquilidad, la sombra y una cerveza sorprendentemente barata cuando más pegaba el sol.

El arte. La primera expresión que me sale es “¡las colas!” Inmensas e innumerables hileras de turistas de todas las razas, de todas las lenguas, esperando su turno pacientemente. Entrar a cualquier sitio exige, además de paciencia, pasar por caja; entre 8 y 24 euros, hemos visto precios. No hay casi nada gratis, si bien el primer domingo de cada mes la entrada en los recintos de propiedad estatal es libre.
No es ésta la página en la que vamos a hablar de las obras del Renacimiento, aún así debe decirse que pasear por las ciudades ya es contemplar arte sin más.

La religión. Antes de entrar en una iglesia debe uno mirarse al espejo, porque al parecer hombros y rodillas pueden ser deshonestos. No recuerdo que en las escrituras que son sagradas para la catolicidad se hable de que las articulaciones sean pecaminosas; tampoco entiendo muy bien por qué se salvan de esa calificación los codos,
Se ruega no robar la planta
tan feos ellos de por sí. Pero no hay que preocuparse, si Usted lleva una ropa indecente en todos los sitios consagrados le procuran un mandilón para que cubra la epidermis excesivamente mostrada.
Se pueden ver por la calle curas con sotana, hay más iglesias que bibliotecas, tienen una buena colección de santos acreditados y otros en proceso de lograrlo; si bien es cierto que tienen a mano Roma, donde se expiden las acreditaciones, y eso es una ventajilla suplementaria. Si usted se fija con detalle observará que hay muchísimos más santos que santas, en una variedad que merece otro artículo. En el cementerio monumental de Pisa, en la capilla, tienen dos armarios repletos de reliquias (o sea, cajas con huesecillos y otros despojos) pulcramente organizadas; están numeradas desde el 1 de Santa Ubaldesca hasta el 80 de San Efisio y San Potito. ¿Por qué descansan en la misma urna Potito y su amigo? ¿Amor (fraterno) más allá de la muerte, escasez de vivienda en el negociado de la Morada eterna? Lo investigaremos.
Otra sorpresa: En Vicenza nos encontramos con la exposición de la Sindone, la Sábana santa, con su correspondiente cartel explicativo de las huellas que en ella dejaron las torturas al Crucificado. ¿Otra Sábana? Pero si habíamos quedado en que las auténticas son las de Oviedo y Turín…Bueno, si lo leemos bien no es tan raro, los hebreos eran muy escrupulosos con estas cosas de los muertos, igual a lo mejor, como resucitó al tercer día, el bueno de José de Arimatea le cambiaba las sábanas cada noche. Hospitalidad de pueblo errante.



La Banca. Como en todo el mundo capitalista sus instituciones financieras huelen mal; la Banca Popolare di Vicenza i Veneto le terminará costando al estado italiano, o sea, al
Para denunciar a los usureros
bolsillo del contribuyente, 22.000 millones de euros. La  Banca Monte dei Paschi di Siena, antaño orgullo de la península itálica, el banco más antiguo del mundo, -desde 1472-, 34.000 millones y 5.500 empleos Cuando llegamos a Siena estaba cerrada la oficina, pero es lógico, era la tarde de Il Palio; aunque paseando por los barrios que competían vimos una marca imposible: Banca Cras. ¿Quién, en estos tiempos de incertidumbre financiera, va a dejar sus ahorros en la onomatopeya de la quiebra?

Y las estrellas mirando
La política. Esa misma tarde en Siena se exhibía Matteo Salvani, que no podía ser otra cosa que ministro de Interior. Apareció en el palco oficial de Il Campo como una estrella de cine, haciendo bromas con que ya no veía gente por la izquierda. Para entender bien la falta de respeto debo señalar que las suaves colinas de la Toscana sirvieron para que la guerrilla partisana golpeara a las tropas nazis y fascistas durante la Segunda guerra mundial, que en esta zona hay miles de recuerdos de aquellos actos valientes y generosos, y que este Salvani de quien Marx nos proteja ha hecho un chiste estúpido sobre la canción partisana más internacional, Bella ciao.
Este señor sale cada día en la prensa, por el procedimiento que sea: Insulta a otros políticos, si son extranjeros mejor, se baña en la piscina de una mansión expropiada por la judicatura a un miembro de la Camorra, a la par que critica una condena a su propio partido para devolver 48 millones robados, (“es una sentencia política”, ¿te suena la letra?), pese a que han perdido ya en tres instancias. Nunca entendí esta historia de un gobierno formado a medias entre la extrema derecha y la izquierda desdibujada, pero si no soy capaz de comprender ciertas políticas de mi país, no puedo esperar hacerlo en tierra ajena.



El río Arno. Desde los Apeninos hasta Pisa va saludando ciudades con tanto contenido histórico que, claro, de vez en cuando se le ocurre entrar a visitarlas. Sus riadas son celebres, en los edificios pequeñas lápidas recuerdan que “hasta aquí llegó el agua en…”  y aún al día de hoy se discuten las causas; sin embargo, no parece tan difícil de resolver la cuestión: la altura de la última gran inundación, la de 1966, es exactamente el doble de la anterior, 1844, y tres veces más que la 1557, es decir, la ocupación de las vegas por los seres humanos causan su propia ruina. Los etruscos no construían sus pueblos sobre las colinas solamente por razones defensivas.
La última inundación tuvo repercusión mundial, miles de jóvenes voluntarios corrieron a Florencia para intentar salvar las obras de arte anegadas; les quedó un bonito nombre, que no necesita traducción: angeli del fango. Los rastros de aquellos días pueden encontrase en varios sitios, entre ellos una película de Mario Monicelli, de esas tan típicamente italianas, en la que la riada altera algunas escenas de cama un tanto irregulares; así un caballero llega en bote a salvar a su señora, que casualmente no está sola. Hay una escena más divertida: Cuando su amante abre la ventana y se encuentra de cara con las aguas, una buena mujer cae de rodillas y da gracias a Dios por enviar el diluvio para evitar que pierda la virginidad.
En el claustro de Santa Croce hemos visto una exposición sobre las inundaciones, en un grabado del XVIII aparece el Arno más como mar bravía que como río. Acerca de la última gracia de las aguas dedico tiempo a leer las redacciones de los escolares sobre las reacciones en sus casas ante la catástrofe, hay dos que me parecen suficientemente significativas. La madre salva los conejos, el padre el coche. Serena Magnani, siete años, cuenta que su padre fue a salvar el auto, luego pensó que no le gustaba el sitio y volvió a cambiarlo, quando tornó il babbo aveva il acqua fino il petto ("cuando regresó papá tenía el agua hasta el pecho"). Enzo Casini, 10 años, cuenta la movilización familiar, su madre dio el grito de alarma, ¡se me ahogan los conejos! Y corrió a salvarlos; sus primos hicieron lo propio, aunque perdieron algunos, y su hermano fue a despertar a otro campesino, entre todos recogieron los conejos y consiguieron llevar el cerdo para casa, perquè era piccolo, se no affogava.

Los animales. Ya que citamos a los animales domésticos debo señalar que me llamó la atención la constante referencia a las mascotas, para bien y para mal. Discusiones sobre las normativas municipales, progresiva implantación obligatoria, por normas municipales, del chip en los cuadrúpedos, a la vez que en los establecimientos hosteleros se marcaba en las terrazas una zona que algunos llamaban “el bar del perro”, con recipientes para agua y comida. El colmo de la atención lo encontramos en la elegante ribera del Lado di Garda, en Sirmione una tienda exclusiva para perros, My dog, heladería y pastelería, donde los tratan como reyes, al parecer. Mondo cane!


El judío de Venecia. Quería en la ciudad de los canales pasear por el Lido; en la retina y los tímpanos aún la representación en el Niemeyer de Avilés (gracies, Marta, por ambes coses) de The Shakespeare’s Globe y las frases de Shylok, el mercader hebreo. En el barquichuelo de regreso coincidimos con una excursión de personas veteranas, harto ruidosas; me suena el acento y le pregunto a la señora de al lado, “Where are you from?” “¡Israel!” “¿Hay entre ustedes alguien que hable ladino?” “Mi marido”. Lo llama y me lo presenta, el hombre tiene muy serias dificultades, ya tiene olvidada la vieja lengua sefaradí. “Yo procedo de Turquía, ya casi no hablo, pero sí mi padre y mi abuelo hablaban” Seguimos conversando entre su mal castellano y mi inexistente inglés; la señora se emociona cuando le digo que he estado en Tel Aviv; allí vive, para ella es sinónimo de alegría. “¿Por qué no conservan su castellano antiguo?” “No tenemos con quien practicarlo…” Mientras tanto el jefe de la excursión sigue dando órdenes a voz en grito, presumo que es teniente coronel retirado, por lo imperativo y grosero; cuando desembarcan, dos señoras salen disparadas, hartas de él, parece ser que el problema del debate eran cuatro céntimos (“four shekel”, que no llegan a un euro). Me despido en ladino del matrimonio amable, es viernes tarde, “Shalom y buen shabat que tengas”. Ella sale del paso con un “Amén” (“Así sea”), él responde con una frase más habitual, “Para ti y toda tu familia”
  Boda hebrea en cristal de Murano

La lucha de clases
. “¡Vaya, ya empezamos! ¿No puedes hablar del arte y dejarte de decir palabrotas?” Pues no, ya ve Usted, Señor Feito, siempre volvemos. Es el caso que este extraño gobierno italiano ha preparado un plan de choque para la economía nacional que está siendo recibido con expectación; hablan, desde los sitios oficiales, de combatir la precariedad. En el terreno laboral quieren establecer por ley el salario mínimo, "como en el resto de los países de Europa", aumentar las indemnizaciones por despido, restringir los
contratos a término; quieren penalizar la deslocalización de empresas, por la vía de la obligación de devolver las ayudas públicas recibidas; han abierto un debate sobre el IVA para emprendedores y autónomos; por último, quieren recortar la publicidad de los juegos de azar. ¿Quién se opone frontalmente a este plan? A, Los sctores empresariales más influyentes. (A sentire de Confindustria, il decreto del governo é la fine dil mondo) B. Los clubes de fútbol. De lo que se demuestra:a) que la lucha de clases no es un invento teórico, sino pura supervivencia para quienes vivimos de nuestro trabajo. b) que el balompié profesional no es deporte, sino negocio. ¿En qué cabeza cabe que un equipo pueda ser patrocinado por una casa de apuestas?

 Los inmigrantes. En Italia, como en su día en Grecia, nos preguntaban nuestra opinión acerca del fenómeno de la inmigración masiva de gentes del sur. Parece una preocupación lógica, que algunos quieren vender en el sentido negativo; cierre de frontera y todo eso. Pero no se pueden poner puertas al Mar Mediterráneo; no olvidemos que españoles, italianos, griegos y yugoslavos fuimos emigrantes y lo seguimos siendo. Seamos generosos e inteligentes; primero, si no estuviéramos los europeos robando a manos llenas a los africanos, si no les hubiéramos fragmentado el continente con fronteras artificiales, no alentáramos guerras tribales y no financiáramos a sus dictadores de opereta, no se daría esta huida masiva. Nadie quiere abandonar su tierra para que lo coman las sardinas en la mar. En la muralla de Verona hay una placa con un fragmento del Romeo exiliado a causa de las guerras de clanes: “There is no world without Verona walls…No hay vida fuera de las murallas de Verona, sino purgatorio, tortura, el mismo infierno; aquél que es expulsado de ellas es expulsado del mundo, y el exilio del mundo es la muerte”.



El tránsito. Me gusta la cantidad de bicicletas que he visto por las ciudades; no me gusta tanto el desprecio de los ciclistas por las normas de circulación ni su presencia en zonas peatonales más que repletas. Claro que la actitud despreocupada al conducir parece habitual, los intermitentes son materiales de adorno, los semáforos aproximadamente; sí me sorprendió la ausencia de bocinazos y la paciencia de los taxis en las calles más llenas de turistas. Los ayuntamientos ponen algunas bicis a disposición del público, incluso ese último invento que lleva un pequeño motor eléctrico; no estoy seguro de que los usuarios las traten bien.
El mantenimiento de las carreteras es muy irregular; las autopistas tienen una buena idea, apartaderos cada medio kilómetro, aproximadamente, de modo que un vehículo averiado no obstaculice el arcén. Buena idea de seguridad, si bien, sería mejor si todas tuviesen arcenes.

En definitiva, queridos, queridas, aun cuando hay que pagar por casi todo, aun lleno de turistas hasta en los baños (Venecia, población estimada en el casco viejo, 52.000 personas.-265.000 total municipio-, turistas previstos: 34.000.000), aun con precios poco adecuados para los bolsillos proletarios, aun con hoteles de inferior calidad que los españoles, aun cuando haya que comer pasta un día sí y otro igual, aun cuando el vino Chianti tenga menos calidad que fama, aun cuando el aceite italiano sea de aceituna andaluza, la Toscana debería ser viaje de estudios obligatorio para los estudiantes de Bachillerato. Voy a proponerlo al Ministerio de Educación.

(Pública amenaza: Aún me quedan muchas páginas de apuntes en la libreta y varios centenares de fotos; eso quiere decir que estás en peligro de que escriba más artículos al respecto)



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