Las figuras de un cuadro no se ven a sí mismas, para
contemplar la composición hay que mirar desde fuera de él. Para conocer un poco
de Italia es menester separarse de los circuitos organizados; más que un país
es una inmensa sala de exposiciones, una paleta de pintor que rebosa colores
paisajísticos y humanos. He aquí algunos brochazos; gruesos, debo admitirlo,
pero frescos.
La foto de portada está tomada en Florencia, aguas abajo
del Arno, a la altura del Puente Amerigo Vespucci , extramuros de la antigua fortificación
romana. Hay allí una asociación particular de no sé qué en la que pudimos
entrar sin problemas y disfrutar del soto, la tranquilidad, la sombra y una
cerveza sorprendentemente barata cuando más pegaba el sol.

No es ésta la página en la que vamos a hablar de las obras
del Renacimiento, aún así debe decirse que pasear por las ciudades ya es
contemplar arte sin más.
La
religión. Antes de entrar en una iglesia debe uno mirarse al
espejo, porque al parecer hombros y rodillas pueden ser deshonestos. No
recuerdo que en las escrituras que son sagradas para la catolicidad se hable de
que las articulaciones sean pecaminosas; tampoco entiendo muy bien por qué se salvan
de esa calificación los codos,
tan feos ellos de por sí. Pero no hay que
preocuparse, si Usted lleva una ropa indecente en todos los sitios consagrados le
procuran un mandilón para que cubra la epidermis excesivamente mostrada.
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Se ruega no robar la planta |
Se pueden ver por la calle curas con sotana, hay más
iglesias que bibliotecas, tienen una buena colección de santos acreditados y
otros en proceso de lograrlo; si bien es cierto que tienen a mano Roma, donde
se expiden las acreditaciones, y eso es una ventajilla suplementaria. Si usted
se fija con detalle observará que hay muchísimos más santos que santas, en una
variedad que merece otro artículo. En el cementerio monumental de Pisa, en la
capilla, tienen dos armarios repletos de reliquias (o sea, cajas con
huesecillos y otros despojos) pulcramente organizadas; están numeradas desde el
1 de Santa Ubaldesca hasta el 80 de San Efisio y San Potito. ¿Por qué descansan
en la misma urna Potito y su amigo? ¿Amor (fraterno) más allá de la muerte, escasez de vivienda
en el negociado de la Morada eterna? Lo investigaremos.
Otra sorpresa: En Vicenza nos encontramos con la exposición
de la Sindone, la Sábana santa, con su correspondiente cartel explicativo de
las huellas que en ella dejaron las torturas al Crucificado. ¿Otra Sábana? Pero
si habíamos quedado en que las auténticas son las de Oviedo y Turín…Bueno, si
lo leemos bien no es tan raro, los hebreos eran muy escrupulosos con estas
cosas de los muertos, igual a lo mejor, como resucitó al tercer día, el bueno
de José de Arimatea le cambiaba las sábanas cada noche. Hospitalidad de pueblo
errante.
La
Banca. Como en todo el mundo capitalista sus instituciones
financieras huelen mal; la Banca Popolare di Vicenza i Veneto le terminará
costando al estado italiano, o sea, al
bolsillo del contribuyente, 22.000
millones de euros. La Banca Monte dei
Paschi di Siena, antaño orgullo de la península itálica, el banco más antiguo
del mundo, -desde 1472-, 34.000 millones y 5.500 empleos Cuando llegamos a
Siena estaba cerrada la oficina, pero es lógico, era la tarde de Il Palio;
aunque paseando por los barrios que competían vimos una marca imposible: Banca
Cras. ¿Quién, en estos tiempos de incertidumbre financiera, va a dejar sus ahorros en la onomatopeya de la quiebra?
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Para denunciar a los usureros |
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Y las estrellas mirando |
La
política. Esa misma tarde en Siena se exhibía Matteo
Salvani, que no podía ser otra cosa que ministro de Interior. Apareció en el
palco oficial de Il Campo como una estrella de cine, haciendo bromas con que ya
no veía gente por la izquierda. Para entender bien la falta de respeto debo
señalar que las suaves colinas de la Toscana sirvieron para que la guerrilla
partisana golpeara a las tropas nazis y fascistas durante la Segunda guerra
mundial, que en esta zona hay miles de recuerdos de aquellos actos valientes y
generosos, y que este Salvani de quien Marx nos proteja ha hecho un chiste
estúpido sobre la canción partisana más internacional, Bella ciao.
Este señor sale cada día en la prensa, por el procedimiento
que sea: Insulta a otros políticos, si son extranjeros mejor, se baña en la
piscina de una mansión expropiada por la judicatura a un miembro de la Camorra,
a la par que critica una condena a su propio partido para devolver 48 millones
robados, (“es una sentencia política”, ¿te suena la letra?), pese a que han
perdido ya en tres instancias. Nunca entendí esta historia de un gobierno
formado a medias entre la extrema derecha y la izquierda desdibujada, pero si
no soy capaz de comprender ciertas políticas de mi país, no puedo esperar
hacerlo en tierra ajena.
El río
Arno.
Desde los Apeninos hasta Pisa va saludando ciudades con tanto contenido
histórico que, claro, de vez en cuando se le ocurre entrar a visitarlas. Sus
riadas son celebres, en los edificios pequeñas lápidas recuerdan que “hasta
aquí llegó el agua en…” y aún al día de
hoy se discuten las causas; sin embargo, no parece tan difícil de resolver la
cuestión: la altura de la última gran inundación, la de 1966, es exactamente el
doble de la anterior, 1844, y tres veces más que la 1557, es decir, la
ocupación de las vegas por los seres humanos causan su propia ruina. Los
etruscos no construían sus pueblos sobre las colinas solamente por razones
defensivas.
En el claustro de Santa Croce hemos visto una exposición
sobre las inundaciones, en un grabado del XVIII aparece el Arno más como mar
bravía que como río. Acerca de la última gracia de las aguas dedico tiempo a
leer las redacciones de los escolares sobre las reacciones en sus casas ante la
catástrofe, hay dos que me parecen suficientemente significativas. La madre salva
los conejos, el padre el coche. Serena Magnani, siete años, cuenta que su padre
fue a salvar el auto, luego pensó que no le gustaba el sitio y volvió a
cambiarlo, quando tornó il babbo aveva il
acqua fino il petto ("cuando regresó papá tenía el agua hasta el pecho").
Enzo Casini, 10 años, cuenta la movilización familiar, su madre dio el grito de
alarma, ¡se me ahogan los conejos! Y corrió a salvarlos; sus primos hicieron lo
propio, aunque perdieron algunos, y su hermano fue a despertar a otro campesino,
entre todos recogieron los conejos y consiguieron llevar el cerdo para casa, perquè era piccolo, se no affogava.

El
judío de Venecia. Quería en la ciudad de los canales pasear
por el Lido; en la retina y los tímpanos aún la representación en el Niemeyer
de Avilés (gracies, Marta, por ambes coses) de The Shakespeare’s Globe y
las frases de Shylok, el mercader hebreo. En el barquichuelo de regreso
coincidimos con una excursión de personas veteranas, harto ruidosas; me suena
el acento y le pregunto a la señora de al lado, “Where are you from?” “¡Israel!”
“¿Hay entre ustedes alguien que hable ladino?” “Mi marido”. Lo llama y me lo
presenta, el hombre tiene muy serias dificultades, ya tiene olvidada la vieja
lengua sefaradí. “Yo procedo de Turquía, ya casi no hablo, pero sí mi padre y
mi abuelo hablaban” Seguimos conversando entre su mal castellano y mi
inexistente inglés; la señora se emociona cuando le digo que he estado en Tel
Aviv; allí vive, para ella es sinónimo de alegría. “¿Por qué no conservan su castellano
antiguo?” “No tenemos con quien practicarlo…” Mientras tanto el jefe de la
excursión sigue dando órdenes a voz en grito, presumo que es teniente coronel
retirado, por lo imperativo y grosero; cuando desembarcan, dos señoras salen
disparadas, hartas de él, parece ser que el problema del debate eran cuatro
céntimos (“four shekel”, que no llegan a un euro). Me despido en ladino del matrimonio
amable, es viernes tarde, “Shalom y buen shabat que tengas”. Ella
sale del paso con un “Amén” (“Así sea”), él responde con una frase más
habitual, “Para ti y toda tu familia”
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Boda hebrea en cristal de Murano |
La lucha de clases. “¡Vaya, ya empezamos! ¿No puedes hablar del arte y dejarte de decir palabrotas?” Pues no, ya ve Usted, Señor Feito, siempre volvemos. Es el caso que este extraño gobierno italiano ha preparado un plan de choque para la economía nacional que está siendo recibido con expectación; hablan, desde los sitios oficiales, de combatir la precariedad. En el terreno laboral quieren establecer por ley el salario mínimo, "como en el resto de los países de Europa", aumentar las indemnizaciones por despido, restringir los

Los inmigrantes. En
Italia, como en su día en Grecia, nos preguntaban nuestra opinión acerca del
fenómeno de la inmigración masiva de gentes del sur. Parece una preocupación
lógica, que algunos quieren vender en el sentido negativo; cierre de frontera y
todo eso. Pero no se pueden poner puertas al Mar Mediterráneo; no olvidemos que
españoles, italianos, griegos y yugoslavos fuimos emigrantes y lo seguimos
siendo. Seamos generosos e inteligentes; primero, si no estuviéramos los
europeos robando a manos llenas a los africanos, si no les hubiéramos
fragmentado el continente con fronteras artificiales, no alentáramos guerras
tribales y no financiáramos a sus dictadores de opereta, no se daría esta huida
masiva. Nadie quiere abandonar su tierra para que lo coman las sardinas en la
mar. En la muralla de Verona hay una placa con un fragmento del Romeo exiliado
a causa de las guerras de clanes: “There
is no world without Verona walls…No hay vida fuera de las murallas de Verona,
sino purgatorio, tortura, el mismo infierno; aquél que es expulsado de ellas es
expulsado del mundo, y el exilio del mundo es la muerte”.

El mantenimiento de las
carreteras es muy irregular; las autopistas tienen una buena idea, apartaderos
cada medio kilómetro, aproximadamente, de modo que un vehículo averiado no
obstaculice el arcén. Buena idea de seguridad, si bien, sería mejor si todas
tuviesen arcenes.
En definitiva,
queridos, queridas, aun cuando hay que pagar por casi todo, aun lleno de
turistas hasta en los baños (Venecia, población estimada en el casco viejo,
52.000 personas.-265.000 total municipio-, turistas previstos: 34.000.000), aun
con precios poco adecuados para los bolsillos proletarios, aun con hoteles de
inferior calidad que los españoles, aun cuando haya que comer pasta un día sí y
otro igual, aun cuando el vino Chianti tenga menos calidad que fama, aun cuando
el aceite italiano sea de aceituna andaluza, la Toscana debería ser viaje de estudios
obligatorio para los estudiantes de Bachillerato. Voy a proponerlo al
Ministerio de Educación.
(Pública amenaza: Aún me
quedan muchas páginas de apuntes en la libreta y varios centenares de fotos;
eso quiere decir que estás en peligro de que escriba más artículos al respecto)
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