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Al final tengo que escribir sobre mi amiga la monja.



Eloy me enviaba un mensaje porque nos había visto en la primera fila en el Club de prensa de La Nueva España escuchando la charla de una monja, puede que un tanto sorprendido; más lo estaría si supiese que la protagonista pertenece a una congregación que se llama “la Pureza de María”. Extrañeza que también había manifestado en su día Inmaculada Glez.-Carbajal, de la asociación El Pájaro Azul, organizadora del acto.Se hablaba del Congo.

Yo había conocido a Victoria Braquehais cuando fue alumna de Marta en La Universidad de las Islas Baleares, una mujer joven, lista, políglota, con inquietudes…y con hábito de monja. Compartimos interés por la experiencia mallorquina de  los sefaradimlos judíos expulsados de España por la gracia de los Reyes muy Católicos; acudimos a las conmemoraciones que los descendientes de els xuetes hacían en Palma, hicimos la visita guiada por el viejo barrio hebreo, el Call, y acabamos cambiando impresiones en la Sinagoga, que ya no está en lo viejo, sino cerca del Paseo Marítimo. Después Victoria se empeñó en ir al Congo y lo consiguió, porque a ésta no la frena ni Dios (¡uy, perdón!) 

Las noticias fueron, a partir de entonces, indirectas y espaciadas, pero suficientes como para conocer sus desvelos por modernizar un colegio y sugerirle que se pusiera en contacto con El Pájaro azul, una asociación de Oviedo que andaba haciendo cosas por el Congo. Victoria explicaba en el salón de actos del periódico que una pequeña ayuda multiplicaba su valor en África, “190 euros han cambiado la vida de una familia; las niñas habían dejado de ir a la escuela, nos enteramos de que una de las causas era la distancia hasta el río, utilizaban mucho tiempo en ir a cargar agua para la casa. Con esa cantidad de dinero, relativamente pequeña para vosotros, pudimos hacerles un pozo; las niñas volvieron a clase, el vecindario tuvo el agua cerca y hasta se organizaron algunos pequeños huertos”.

La primera experiencia con la asociación ovetense fue la inversión de 1000 euros en un modesto equipo informático, que tuvo efectos multiplicadores; luego vinieron otros proyectos. Victoria alaba la operatividad de una ONG pequeña; “¿Duda usted de las grandes?” No, pero no están tan próximas, y en ocasiones se pierde eficacia. “Nunca aceptamos, pero es común que llegue el funcionario que distribuye la ayuda internacional y te diga que te va a entregar 30 y tienes que firmar por 100; ese nivel de corrupción resta posibilidades”.

Me saludaba Victoria diciendo que yo era el culpable de que ella estuviera aquí; le respondí que el verdadero culpable fue Leopoldo II, el rey de los belgas que se tomó el Congo como un cortijo y expolió todo cuanto pudo. La situación actual del país deriva de aquellas intervenciones europeas.

Leopoldo Louis Philipe Marie Victor de Saxe-Cobourg-Gotha et Borbon-Orleans
Leopoldo II de Bélgica

“Nos planteamos después cambiar el mobiliario de la escuela, el sistema de grandes el sistema de grandes bancos corridos por otro de pupitres individuales, que permite aulas más dinámicas. Además, los nuevos muebles se construyeron allí, con lo que todo el dinero fue directamente a quienes lo precisan, porque yo me hacía preguntas con el asunto de las mosquiteras. La ONU decidió dotar a la población de mosquiteras, una solución sencilla para disminuir la malaria, pero ¿es necesario que se fabriquen en USA, no se pueden hacer en el país?”



“Otros proyectos de los que estamos orgullosas son la creación de huertos escolares, que sirven de ayuda a las familias, la alfabetización de mujeres, y ahora vamos a emprender otro más ambicioso, que se va a desarrollar en el vecino Camerún. Resulta que la población de pigmeos está aislada geográfica y humanamente; para llegar a ellos hay que escalar una cascada, pero la cuestión fundamental es que los niños no pueden ser escolarizados porque el resto de la población dice que no se sienta ¡con animales!”

Y yo, ¿por qué os cuento todo este rollo? Tenía las notas desorganizadas de cualquier modo en la libreta, sin más, pero resulta que de nuevo tenemos encima de la mesa el debate de los inmigrantes, esa historia de que son delincuentes que vienen a quitarnos el pan. Antes de seguir debo señalar que estoy en parte de acuerdo con esta afirmación; algunos han venido a ocupar espacios retribuidos de nuestros jóvenes, a saltarse con descaro nuestras leyes y a llevarse nuestro dinero. Un ejemplo bien significativo: Cristiano Ronaldo, (19 millones de multa y dos años de cárcel)

El nuevo gobierno ha echado las culpas a la falta de previsión del anterior, aunque tampoco aporta novedades, el ministro Grande Marlaska ha dicho que en el último asalto “se actuó de acuerdo con la legalidad vigente”. Hay cosas que pueden ser legales, pero no legítimas, como que para impedir el salto de la valla se pongan instrumentos que amputan miembros; es como si para castigar un mal aparcamiento la policía local nos pinchara las ruedas del coche y nos diera latigazos.

El nuevo presidente del PP se ha sumado al coro de voceros contra la llegada de africanos, intentado de manera inhumana, desgastar a sus rivales políticos con el sufrimiento ajeno. Él, que se había proclamado defensor de la vida, de la familia y del trabajo; eso sí, vida, familia y empleo, debo suponer, de las personas blancas. Hablan de rejuvenecer el país para tener gente productiva y rechazan brazos jóvenes con ansia de producir.

Para no discutir personalmente, no sea que me diga “ya estáis los de siempre”, cito un artículo de un diputado europeo que, pese a ser del mismo partido, usa la cabeza para pensar. En La Tercera, famosa página del diario que más simpatiza con ellos, escribe Don Pedro Zalba y Bidegain, economista por la Universidad de Navarra, con estudios ampliados en el London Business School y hasta hace nada presidente del Instituto de Crédito Oficial: “El reto migratorio como oportunidad”.

“El reto migratorio únicamente se resolverá a través del progreso y desarrollo del continente africano. O generamos oportunidades en África o tienen toda la legitimidad de venir a buscarlas a Europa. Yo también vendría a Europa…España, o sea, Europa, está a 14 kms…O les damos oportunidades allí o vendrán aquí a buscarlas”.


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