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Se me ha perdido el libro de Nicanor Parra


Se me ha perdido el libro de Nicanor Parra; tampoco es un suceso extraordinario, ocurre a menudo en una biblioteca tan escrupulosamente desordenada como la mía. Los libros tienen libertad, cambian de balda a su criterio; alguien me dice que son anárquicos, en absoluto, sencillamente son libres. Pocas cosas hay mejores que los libros libres.
Cuando entra un libro en ella puede tener dos posibilidades: permanecer o irse. A los que invito a quedarse normalmente les doy trabajo: los releo, los subrayo, los cito, los copio. No los presto, hace tiempo que dejé de perder amistades y libros por ese método.
Los que no encuentran acomodo en casa van a parar a la de las amistades, o a sitios públicos; lugares donde los van a acoger con cariño. No hay libro tan malo que algo bueno no contenga. Sin embargo, Nicanor Parra, profesor de Física al que han dado en llamar Poeta, decía:

Antes de despedirme,
tengo derecho a un último deseo:
Generoso lector,
quema este libro

En absoluto voy a cumplir esta su última voluntad, ahora que se nos ha muerto a los 103 años, dos décadas más de la media, quizá para vivir lo que se dejó Violeta, que nos abandonó voluntariamente antes de tiempo. Él pudo ahora permitirse bromas en el Chile reciente, pero no en otros tiempos, cuando mandaba aquel militar de gafas oscuras, admirador de Franco; ni en esta península ibérica, donde hubo edades en que los falangistas hacían arder las bibliotecas en la plaza pública, espoleados por el ardor del clero, que es mucho ardor para arder. Antes bien, quiero rendirle homenaje póstumo volviendo a sus páginas. Por eso me da tanta rabia no encontrar el libro. Claro que, no es extraño, si contiene Chistes paRra desorientar a la policía...
A falta de ello, recurro a repasar el discurso de aceptación del Premio Cervantes 2011. Con la disculpa de la edad se quedó en casa, pudo ahorrarse compartir mesa y mantel con reyes y otros vagos y maleantes; las palabras que por delegación leyó su nieto Cristóbal, posiblemente hayan abortado sonrisas complacientes, Los premios son para los espíritus libres y para los amigos del jurado. Puede que el presbítero con cara de palo, sentado a su derecha, le preguntara por los Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, queriendo parecer serio:

La seriedad con el ceño fruncido
es una seriedad de solterona.
La seriedad con el ceño fruncido
es una seriedad de juez de letras.
La seriedad con el ceño fruncido
es una seriedad de cura párroco.
La verdadera seriedad es otra:
la seriedad de Kafka,
la seriedad de Carlitos Chaplin,
la seriedad de Chejov,
la seriedad del autor del Quijote,
la seriedad del hombre de gafas (Érase
un hombre a una nariz pegado Érase
una nariz superlativa).

Porque en esta vida nada hay más sagrado que la vida misma; lo demás es interpretación:

Hay 40 maneras distintas
de pronunciar esta palabra sagrada
Lo mismo que pasa con la palabra Cervantes
El propio Don Miguel se firmó muchas veces
con zeta y con be larga
.



Efectivamente, Cerbantes se escribe con B. Encontraré el libro y me sentaré en el sofá, a disfrutarlo, con calma, porque

el día menos pensado
a una vuelta del cerro
la flaca nos echa el lazo.

Así que brindaré por las amistades haciendo caso a éste, que hasta los 103 años no se ha dejado echar el lazo por la flaca, Don Nicanor Parra, profesor de Física al que han dado en decir Poeta:
  
Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.

El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la chueca.

El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.







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