La comida era cada vez más escasa en Bilbao y era obvio que la madre de
Mari Carmen se quitaba de comer para que a sus hijos no les faltara…Más tarde
decían que una señora inglesa había fletado un buque para evacuar a los niños
más pequeños de Bilbao y llevárselos a Inglaterra…Cuando hacía ya diez meses
que la sublevación había comenzado, y habíamos pasado hambre y mucho miedo
durante los bombardeos, mi madre nos dijo que me había apuntado con mis
hermanos pequeños.
(Testimonios en el libro Recuerdos,
de Natalia Benjamín)
Conforme se iba desplomando el frente norte la población se concentraba
en Bilbao, ya de por sí con dificultades de abastecimiento. El general golpista
Mola quería una solución expeditiva a la guerra; desde Pamplona bramaba: Hay
que sembrar el terror…hay que dar la sensación de dominio eliminando sin
escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros (Paul
Preston) He decidido terminar rápidamente la guerra en el norte de España…Si vuestra
sumisión no es inmediata, arrasaré Vizcaya, empezando por las industrias de
guerra. Tengo medios suficientes para ello. (George Lowther Steer).
Entre esos
medios estaban las foltas aéreas italiana y alemana: La Aviazione Legionaria tuvo
el dudoso honor de realizar el primer bombardeo de la historia sobre población
civil, el 31 de marzo de 1937 en Durango; el diario storico de la escuadrilla describe el ataque como “extremadamente
mortífero”; se trata de una prueba para el objetivo fijado en unos días más
tarde contra la capital vizcaína: Como propósito directo, destruir las
defensas y los objetivos militares enemigos desplegados en los alrededores de
Bilbao, e indirecto, el desmoralizar a los adversarios con una exhibición aérea
que les dé una impresión clara de la inutilidad de combatir a las fuerzas
nacionales dotadas de tan fuertes medios.
La experiencia de los pilotos
fascistas les serviría para escoltar a la
tristemente célebre Legión Cóndor en otra hazaña que empequeñeció la de
Durango; dirigidas ambas escuadras por el eficiente carnicero, Wolfram von Richthofen,
arrasaron la villa de Guernica, guardesa de la tradición euskalduna. Eligieron
una tarde de lunes, día de mercado, y pusieron en práctica una táctica que pasó
a denominarse “de alfombra”; tres oleadas sucesivas, la primera de bombas
explosivas, la segunda con las incendiarias, la tercera con los cazas
ametrallando a la población que huía. Se pretendía conseguir en una sola
jornada lo que estaba calculado para tres.
En la película de Koldo Serra (Guernica) se muestra a von
Richthofen orgulloso de probar una nueva técnica de matar, incluso se le hace
decir que “será un buen regalo para el Führer en su cumpleaños”. No coincide,
había sido seis días antes, pero sí se pretendía hacer una demostración mundial
de capacidad destructiva. Se desconoce el número de víctimas, pero sí hay un
dato objetivo que señala el alcance del destrozo; un organismo oficial de
Franco, el llamado “de regiones devastadas”, señalaba que el 70% de los
edificios había sido destruido y el 20% seriamente dañado. El Barón rojo
anotaba ufano: Guernica, villa de
5.000 habitantes, ha sido literalmente asolada…las bombas de 250 kilos
derribaron buen número de casas y destruyeron las cañerías. Las bombas
incendiarias tenían ahora tiempo para desplegar su eficacia…Así pues, un
completo éxito técnico de nuestras bombas de 250 y de las ECB1. Había
realizado con éxito la mejor experiencia para la futura y próxima Guerra mundial.
La magnitud del estrago
asustó a sus mismos autores; temerosos de la reacción internacional corrieron
la especie de que la Villa había sido quemada por sus propios habitantes. El
ABC, edición Sevilla, publica el parte oficial de guerra del Cuartel general
del Generalísimo (sic): "Se ha ocupado por asalto, después de un fuerte y
brillante combate la ciudad de Durango...Guernica, quemada y destruida por el
fuego intencionado de los rojos en su casi totalidad, cuando nuestras tropas se
encontraban todavía a más de quince kilómetros de distancia. La indignación de
las tropas nacionales no puede ser mayor por las calumniosas maniobras de los
dirigentes vascosoviéticos, que después de destruir por el fuego sus mejores
ciudades, intentan culpar a la Aviación nacional de tales actos de barbarie.
Guernica no constituía en ningún momento objetivo militar para la Aviación
nacional..." Firma en Salamanca a 28 de abril de 1937 el general,
segundo jefe de Estado Mayor Francisco Martín Moreno.

Sin embargo, lo
que haría saltar las alarmas en el mundo y dejaría en nada la propaganda de los
golpistas, serían los artículos de George
Lowther Steer para The Times y The New York Times. La descripción del horror,
después de su visita a la Guernica arrasada, los testimonios recogidos, permitieron el envío de “los niños”
al Reino Unido.
Próximo capítulo: Desde Santurce a Southampton
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