Lo que más me molestó fue la actitud del Consejero. Llegó
cuando la protesta ya terminaba; pasó por entre las mujeres despedidas, las
madres preocupadas y los varones acompañantes como si no existiesen. Ni un
segundo de su tiempo para atender el problema.
En la Plaza de España de Oviedo unas cincuenta personas
se manifestaban a causa de un asunto que pone en cuestión en torno a ciento setenta
puestos de trabajo. A principios del curso académico se hizo público el
resultado del concurso de adjudicación de las plazas de acompañante en los
autobuses de las escuelas primarias; un lío en los tribunales retrasó la
resolución hasta enero, en ese mes la anterior adjudicataria, La Productora,
dio de baja en la Seguridad social a las empleadas sin que la nueva
compañía, una Unión Temporal de Empresas (UTE) entre Alsa e Ilunión (ONCE) las
contratase.
Han quedado en el limbo laboral, ni están despedidas ni
tienen empleo; que tampoco es un lujo, debo señalar. Cobran
por horas de trabajo, con lo que el salario está en torno a los 240 €/mes; están
contratadas “por obra o servicio” desde septiembre hasta junio, plazo en el que
quedan cesantes cada año, sin ninguna garantía de volver a ser llamadas. Hasta
ahora se había producido una lógica subrogación entre las empresas
adjudicatarias, ya que “algunas llevábamos en el puesto catorce años, a plena
satisfacción de la propia comunidad educativa, ampas y profesorado”.
Una madre inisistía en que la recibiese algún responsable en la Consejería; el guardia muy en su papel: "Debe solicitarlo por escrito". Ella me explicaba su sorpresa en la reincorporación de vacaciones, “Llevé los críos al
bus y, sin que nadie me avisara, me encontré con otra persona; la que los
llevaba antes era de confianza, ¿a cuento de qué voy a admitir que viajen en
manos de una desconocida?” Estamos hablando de escolares, material sensible. “No
sabemos cómo han contratado al nuevo personal; a nosotras casi nos exigen el
certificado de penales”, cuenta una cesada, en alusión a que deben acreditar ausencia de condenas
por maltrato infantil.
Me ha preocupado la soledad de estas mujeres: no estaban
presentes en la protesta miembros del profesorado ni de las asociaciones de
madres de los centros; solamente hizo acto de presencia una central sindical que, como suele ser
habitual, hizo alarde de siglas, pero no de eficiencia. Unas personas que han
perdido su trabajo a principios de mes no pueden esperar a que la nueva empresa
las reciba “la próxima semana o la siguiente”. Para colmo, la hoja informativa,
firmada por su “Sindicato de enseñanza”, parece más bien estar escrita por los
escolares, faltas de sintaxis y ortografía incluidas. ¡Hombre, si hasta mi
ordenador corrige el verbo “rebocar”!
Pero estas cosas tienen solución, con un poco de
espíritu; no la tiene, sin embargo, la altanería de Don Genaro Alonso y Megido,
Consejero de Educación y Cultura de la Junta de Gobierno del Principado de
Asturias, -por un partido que se llama obrero-, para quien las trabajadoras que deben de cuidar a los niños
escolarizados en sus aulas son invisibles.
Enlace de una grabación de los informativos TPA
qhttps://photos.google.com/photo/AF1QipNhsKrYgL617JVPaBH_s3EMOVw-_C918Lh3NmXq
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