“La jefa de los criminales saluda al otro bando”, dijo la señora Lagarde a modo de saludo a Varoufakis.
Orgullosa. La prepotencia del director del banco, ese señor de corbata
que gestiona un dinero ajeno como si fuera de su propiedad cuando le vas a
pedir un préstamo para reparar las goteras de la casa. Completó la gracia
pidiendo que en la próxima negociación hubiera “personas adultas en la sala”.
¿Está
el FMI regido por gente adulta? Veamos, Christine Lagarde
tiene problemas judiciales en Francia por un asunto de corrupción: cuando era
ministra de Finanzas con Sarkozy, entregó 403 millones de ayudas públicas a
Tapie, en un acto que un juez calificó de “simulacro de arbitraje”. Había sucedido en
el puesto a otro francés, Dominique Strauss-Khan, que tuvo que pagar un
indemnización millonaria para acallar a la camarera de un hotel USA que le
acusó de agresión sexual. Más recientemente ha visto sobreseída una causa por
proxenetismo; si bien no pudo negar orgías con prostitutas, dice que el chulo
era otro. Esta hermanita de la caridad, a su vez, había heredado el cargo en el FMI de Don Rodrigo Rato, de
cuya moralidad prefiero no hablar sin la presencia de mi abogado. Y así sucesivamente; ya me gustaría que en
los despachos donde se gestiona la riqueza mundial hubiera “personas adultas”.
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No tocar |
Debe
preocuparnos Grecia. Al igual que intentaron y repetirán en las
elecciones españolas, los poderes monetarios hicieron cuanto estaba en su mano
para evitar que salieran los partidos que no les gustan. (Salvo recurrir a los
militares. Por ahora, y no sigo para no darles ideas). Grecia está fuertemente
endeudada y temían no cobrar; necesitaban políticos de los suyos, sin querer
recordar que el problema empezó porque, precisamente "los suyos", Karamanlis y compañía,
mintieron con las cuentas. Hacen trampas entre ellos mismos; no quiero olvidar
que Montoro, en su primer ejercicio, para intentar demostrar que cumplía con el
déficit, guardó facturas en los cajones, -esa práctica que ellos denunciaron
del gobierno anterior-, para contabilizarlas al inicio del año siguiente. Que
no consigan quebrar el brazo heleno, aunque lo doblen algo, es importante para nuestros
bolsillos.
¿Cómo
se soluciona la deuda? En este momento del debate las
posiciones están muy claras, la partida se juega entre los acreedores,
encabezados por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, y
el gobierno de coalición que dirige Szyriza. Los primeros exigen recortar el
déficit presupuestario en 15.000 millones y los segundos proponen 8.000; pero
lo fundamental, siendo grande ya esta diferencia, es el cómo. Los acreedores
van directamente al recorte de pensiones, como eje central, de las plantillas
de funcionarios y otros gastos estatales. Grecia dice que en vez de bajar el
gasto es preferible aumentar los ingresos y ofrece una batería de medidas más
variadas: aumentar algunos tipos de IVA, cobrar más por el Impuesto de
Sociedades y grabar con el 12% los beneficios empresariales superiores al medio
millón de euros. O sea, los señoritos quieren meter la mano en el bolsillo de
quienes trabajan; los políticos de izquierdas que paguen los señoritos. Es bien
simple, se observa a simple vista eso que nos quieren vender de que no hay
ideologías, que la lucha de clases es asunto del pasado.
Ni
siquiera respetan sus mecanismos. En los sistemas
legislativos de cualquier país capitalista se contempla la figura de la
suspensión de pagos; es un mecanismo de emergencia para intentar evitar crisis
graves. Si una empresa atraviesa una zona de turbulencias deja de pagar a sus
proveedores como medida preventiva, su gestión pasa a manos judiciales y, si los
datos la declaran viable, se negocian de nuevo las condiciones de pago,
incluyendo los plazos y hasta una quita del nominal. Dando por hecho que una
nación no es un negocio y que el gobierno griego quiere pagar, la solución más
sencilla es reducir la cantidad reclamada y dar margen para generar recursos,
que es la práctica habitual. No hacerlo nos lleva al principio: quieren en
Atenas un partido más dócil.
La
perreta con las pensiones. En paralelo con la negociación griega
sale Luis María Linde, gobernador del Banco de España, advirtiendo que el
sistema actual es inviable y recomendando a todo el mundo que se haga planes de pensiones privados (Que se sepa estas declaraciones no han sido patrocinadas por el Banco
de Santander). Se basa en dos factores: la baja tasa de natalidad y el aumento
de la esperanza de vida. Resulta chocante que amenacen con la escasez de mano
de obra productiva cuando la mitad de la juventud española no tiene empleo y
cuando detienen la inmigración africana a pelotazo limpio; debe ser que quieren
trabajadores dóciles y blancos. En cuanto a la esperanza de vida habrá que ver,
con la cuarta parte de la población infantil en riesgo de pobreza, mal
alimentada.
Las
pensiones no son de los gobiernos. Son nuestro salario,
generamos la bolsa con los porcentajes que nos retiran de la paga mensual;
dejar nuestros dineros en manos de gobernantes irresponsables puede tener
consecuencias funestas. Los fondos de pensiones europeos mantienen su liquidez
con inversiones de bajo riego, en España los chicos de Rajoy han echado manos a
la caja para tapar agujeros presupuestarios; en secreto, siempre que han
podido. Que la madre hurgue en la hucha de la niña para comprar el pan es
doloroso; que el padre hurte la del niño para comprar tabaco es menos
justificable. No me fío de Montoro gestionando mi salario.
¿Piratas o corsarios? Puede que el título del artículo no sea correcto, Lagarde es, más propiamente, jefa de los corsarios. Los piratas eran héroes románticos (Que es mi barco mi tesoro/ que es mi dios la libertad /mi ley, la fuerza y el viento/ mi única patria, la mar), sencillos trabajadores autónomos que si el negocio iba mal perdían hasta la vida; los corsarios, asalariados de los reyes, robaban bajo el pendón real, repartían beneficios con el monarca y podían terminar recibiendo el título de Sir. Esta señora igual se conforma con menos: la foto de portada es de un artículo de ABC que la señala porque luce un bolso Hermés, modelo Birkin, de 10.000 eurillos, para el que, al parecer, existe una lista de espera de cuatro años. La directora gerente del FMI, el director del Banco de España, el propio presidente del Gobierno son corsarios, lacayos de quienes de verdad poseen los dineros; les hacen los mandados, les limpian las letrinas amparados en leyes a su medida, y encima están mal pagados, comparada su soldada con la tajada del amo. No puedo creer en ningún momento que vayan a pensar en mis intereses, antes bien, me meterán la mano en el bolsillo en cuanto me descuide.
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