Abre el fuego Sandra (Sánchez), fundadora; ella fue la
que convocó aquel primer evento que, como quien no quiere la cosa, reunió a más
de sesenta pioneros. “En el primer Ágora recitó un barrendero. Lo
concebimos como un lugar abierto para que se expresara todo el mundo…la Poesía
como herramienta de cambio social”, me cuenta, y va detallando la ilusión
de los primeros pasos.
Le tocó a Chus (de la Fuente) una tara difícil: desde la
Facultad de Matemáticas de Madrid han hecho llegar un poema de Tartaglia, un
matemático que quiso explicar su ciencia a la manera de Dante; a ella le correspondió
el honor (¿o castigo?) de recitar en italiano la solución para la ecuación de
tercer grado, expresada en tercetos: “Quando
che’l cubo con la cosa apresso/se agguaglia qualche numero discreto/trovan duo
altri, diferente in eso”
El amigo Fernando Montes dedica su lectura, “Yo soy el que soy” a la revista Palavras
contra el balium, recientemente fallecida; una pena, mantenía el papel en
tiempos del electrón, la recordaré con cariño y siempre agradeceré su
amabilidad de invitarme a colaborar. Javier Cartago, El Caminante, el estilo de
terciopelo en el recitado de Marta Muñiz…pero también esta página virtual es
finita, no puedo señalar (mis disculpas) a todas las personas que recitaron,
incluida la espontanea ajena al evento que se unió a la celebración. Su novio
no debía gustar de la poesía, “¡Si no les
gusta que le tiren tomates!”, proclamaba escondido; se fueron en paz,
abrazados amorosamente, hacia otras adicciones.
Sí debo señalar dos gotas más en este mar proceloso en internacionalidades, que ya escuchó recitar en chino; la mexicana Ángeles Rodríguez que nos enseñó con vehemencia a Carlos Pellicer Cámara, “El pueblo mexicano/tiene dos obsesiones/el culto de la muerte/y el amor por las flores”, y la argentina Mónica, la del Amelie, porque esto fue una poesía con estrambote: al día siguiente estábamos por la mañana buena parte de los mismos quejándonos contra la Ley mordaza en la Plaza Botines y por la tarde en el Café Amelie, Padre Isla, 10, celebrando el primer aniversario de la tertulia que allí se suele juntar.
Contra la Ley Mordaza en la Plaza Botines:
Sí debo señalar dos gotas más en este mar proceloso en internacionalidades, que ya escuchó recitar en chino; la mexicana Ángeles Rodríguez que nos enseñó con vehemencia a Carlos Pellicer Cámara, “El pueblo mexicano/tiene dos obsesiones/el culto de la muerte/y el amor por las flores”, y la argentina Mónica, la del Amelie, porque esto fue una poesía con estrambote: al día siguiente estábamos por la mañana buena parte de los mismos quejándonos contra la Ley mordaza en la Plaza Botines y por la tarde en el Café Amelie, Padre Isla, 10, celebrando el primer aniversario de la tertulia que allí se suele juntar.
Contra la Ley Mordaza en la Plaza Botines:
Café de Amelie, c/ Padre Isla:
No sería completa la información si no os contase que
cuando el viernes a la tarde llegamos al Hotel Quindós, en la Gran Vía de San
Marcos, nos recibió la presentación de un libro de poesía, “Rozando el cielo”,
que Nieves Álvarez Nogal nos dedicó amablemente. Overbooking, casi, porque el
día anterior había estado en el mismo sitio Lapizcero Ediciones con “La vida
aprendida”, de Ana del Río. ¡Así es León!
Comentarios
Publicar un comentario