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Paisaje humano de Cracovia.



Notas de un viaje del 20 al 26 de marzo.
Era una excursión de adolescentes hebreos, más que traviesos gamberros, maleducados; revolvían sin ninguna consideración las estanterías, los cajones, los botes y la caja registradora de la botica, para desesperación del vigilante, que no entendía que el profesorado no pusiera orden. En una de la esquinas poco iluminadas observo a uno de los chicos rezar apartado, con ese cabeceo propio de sus hábitos; no había visto ningún objeto expuesto que llamase a tal devoción, me acerco de nuevo para ver que se me ha pasado y el chaval se retira llorando. Miro con más detalle y encuentro por fin el detalle espeluznante: ¡una pastilla de jabón!






Apteka pod Orlem, la Farmacia bajo el Águila, consuelo de los pesares de los judíos del ghetto. Con alegría observo que se señala a todo un equipo, no solamente al propietario, Tadeusz Pankiewicz, “Justo entre las naciones”, sino a sus colaboradoras necesarias en la humanitaria tarea, Helena Krywaniuk, Aurelia Danek e Irena Drozdzikowska, que se jugaron igualmente la vida ofreciendo calor humano en la rebotica.
Las sillas de la plaza Boháterow Getta, la factoría Schindler, las vías que llevan a un viaje solamente de ida…Restos de la barbarie humana, todo un mundo en gris que no puedo soportar; prefiero hablaros de la realidad multicolor, de la sonrisas de las gentes, de esas magníficas librerías, aunque en una de ellas, en Kazimierz, vuelvo a encontrarme la noticia de cómo con los judíos se hacía jabón…


Militares. Varios monumentos a héroes nacionales, militares de varios modelos, jóvenes de ambos sexos que marcan el paso desmadejadamente y escolares que el 24 de marzo son llevados al homenaje floral a Jozef Pilsudski, que a mí me parece un dictador decimonónico, aunque lo honran como el fundador de la patria. Señales de la matanza de Katin. Hay un ambiente peligrosamente probélico, voluntariado paramilitar vuelve a los campos de tiro, con la disculpa de la proximidad del conflicto de Ucrania. Este país ha sido invadido desde sus cuatro puntos cardinales, ha conocido tantos imperios como siglos de vida, así que entre los contenidos turísticos te ofrece como gran atracción la incomparable emoción de disparar con un kalashnikov auténtico. ¡Quien se puede resistir al tacto de un genuino AK 47!


Libreras. Sí, casi siempre mujeres, en coquetos espacios que son a la par librerías y sitios de encuentro, con café. Pueden ser salas de exposiciones, puedes ver un piano, incluso habrá carta de tapas; encontrarás un ambiente agradable, donde pasan las horas sin sentir, te informarán amablemente de lo que precises. Es visita obligatoria, sin prisas.
Funcionarias de Correos. También todas mujeres. Escaso nivel de inglés, pero amplísima capacidad de comunicación, al final nos entendimos para franquear las cartas. En la Oficina central, junto a las estaciones de tren y bus, servicio 24 horas; y siempre con colas.
Artesanía. Ámbar del Báltico, trabajado en todas sus formas y dimensiones, cerámica muy elegante, tanto en loza doméstica como en elementos decorativos. Y el chocolate, que es artesanía pura; si pasas al lado de una chocolatería entra, no tengo mejor recomendación que hacerte.





Artistas en la calle. Contra la muralla, en la salida de la calle Florianska, centenares de metros cuadrados de pinturas, de lo que quieras. Músicos callejeros trabajando en relevos amistosos durante toda la jornada; de los que se pueden escuchar, no de esos que espantan a los visitantes (aunque alguno queda).




Pobres de pedir. Hay pocos. Economía pujante, con crecimientos constantes; en las páginas de color salmón Bartek Goduslawaski firma un estudio sobre la evolución de la desigualdad social en Europa en los últimos años; Polonia se mantiene en la media de la zona UE (30’7 sobre 30’2) mejor que España, en el pelotón de los tropes con Bulgaria, Letonia, Lituania, Grecia, Portugal y Rumanía. Al lado mismo del Bank Pekao me encontré al de la foto, con el letrero en el que indicaba que pedía para cerveza; contribuí con 5 zloty a la obra de caridad de dar de beber al sediento. Hay algo que nos marca, hace años, en una solitaria tarde de otoño en Sheffield un ciudadano de color (negro) nos pidió a Marta y a mí limosna “para beber”.


Turismo. Muchos turistas por doquier, de todo tipo y condición. A los españoles nos beneficia el cambio de moneda, los precios nos resultan razonables, aunque aquí la gente se queja, como corresponde; un artículo de un diario económico señala que el aumento de impuestos deja el zloty menguado en una cuarta parte. Hay guías turísticos en castellano, aunque menos que en otras lenguas; en algunos sitios no inician los recorridos en nuestro idioma hasta Semana santa. Otro factor que agradece el turista es la sensación de seguridad ciudadana.


Clero. Mucho, por doquier; fundamentalmente jóvenes, varones y hembras. Nuria oyó como música, llamó a Patricia pensando en alguna actuación musical callejera y era el rosario, El domingo centenares de curas vestidos de uniforme camino de las labores propias de su sexo y condición, las iglesias llenas cada hora, con misas largas con mitin incluído y colas ante los confesionarios. Símbolos religiosos abrumadores, incluso en el interior de las Minas de sal de Wielitzka.


Corredores pedestres, en moderno runners, parecen haber florecido con la primavera. Mucho público para ver las carreras, participantes de todo sexo, edad y forma física, clubs de fans y mucha gente apoyando en la organización. Vimos la ciudad partida por su mitad dos veces sin que nadie se quejara por ello. Tambien es cierto que el sol primaveral invita a posturas menos atléticas y no por ello menos divertidas.
Hombre anuncio/mujer anuncio. Para destacar cualquier producto o servicio. Se disfrazan de peli de miedo, de mexicano, de soldado prusiano, de mariposa, de cocinero…y se pasan horas en la calle llamando la atención de los paseantes para que compren su producto; me cuesta trabajo digerirlo, pero así está por cualesquiera de las calles centrales.

En definitiva, un viaje muy interesante. La primera capital de Polonia te acoge amablemente, los costes de avión no son altos, los precios son asequibles para los españoles y el ambiente es muy cómodo. Te gustará su gastronomía; no se te olvide probar los pierogi. Una semana es una cantidad razonable de días para ver lo fundamental.



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