A las tres y
media de la tarde de un sábado apenas están en mi barrio desarmando el mercado,
los servicios de limpieza barriendo y algunos terminando en las sidrerías la
sesión vermú. En Copenhague había un coloquio; allí oscurece enseguida y dos
horas después deberían estar cenando. Hablaban de Charlie, de Lars Vilks, de
Libertad de expresión, en definitiva; se les hizo la noche primero, fueron
tiroteados por un tipo “de rasgos árabes”. La tele publica la foto, bastante
poco nítida, del presunto culpable, hay algo que no sé definir, pero que no me
cuadra. Luego resulta que, al parecer, era un ciudadano danés, y muere
ametrallado; siempre los matan, ¿por qué últimamente no hay prisioneros?
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Es duro ser amado por estos imbéciles |
Con qué rapidez
aparecen estos términos, “apariencia árabe” “aspecto sudamericano”, “físico
magrebí”, “etnia gitana”; nadie titula “individuo blanco asesina a su suegra”, “ciudadano
de aspecto español roba en el futbolín”. Por otra parte, ¿cómo es la apariencia
árabe? Una de la últimas barbaridades de Netanyahu en Gaza me cogió fuera de
casa; para acudir a la manifestación fui al mercadillo a comprar un pañuelo
palestino; al verme mirar con detalle el vendedor, que era de color (oscuro), me
preguntó con cariño, “¿Eres palestino?” ¡A mí, que soy de la tierra que nunca
conquistaron los árabes, de la Asturies
invencible que empezó la Reconquista! Otrosí, la CIA tuvo que pedir disculpas
en su momento porque en la foto-robot del perfecto terrorista árabe salía la
cara de Gaspar Llamazares. ¡Vaya con la tipología, como para fiarse de estos
tipos!
Prejuicios.
Prejuicios que tienen y que quieren contagiarnos, para distribuir el miedo, para
mantenerse en el poder con nuestros temores; y con esa disculpa inventar leyes
que no nos dejen movernos. Con la historia del terrorismo reprimen a los
emigrantes, los meten en campos de concentración hasta que vuelvan a
necesitar mano de obra barata y, de paso, nos amenazan a nosotros. Es un chiste
que habrás visto mil veces en la Red; pregunta un extranjero a un nacional, “Bueno,
¿y qué tal las cosas por España?” “Hombre, no me puedo quejar…” “¡Pues ya me
alegro, ya, después de la crisis que habéis pasado!” “No, que no me puedo
quejar, que el gobierno me multa con 3.000€”
No nos
dejemos liar. Efectivamente hay algunos brutos dispuestos a hacer barbaridades
en nombre de Mohammed, igual que el Pueblo Elegido bombardea Palestina impunemente,
o que otros pagan las invasiones de países pobres con billetes donde se lee "In God we trust" (Confiamos en Dios). Rechacémoslos, hagamos caer
sobre ellos el peso de la Justicia internacional; pero que no me vengan ahora
con aquel letrerito de “Prohibido blasfemar, bajo multa de 5 pesetas”.

Los asuntos
de los dioses no me conciernen, decía el filósofo presocrático. Las leyes del Estado están para regular las relaciones de la ciudadanía entre sí, no con el
Cielo; si Yahvé o Mohammed se sienten ofendidos ya se tomarán las justicia por
su mano, ¡menudos son ellos!, Biblia y Corán están llenas de venganzas divinas
contra paganos e incluso contra los mismos creyentes, cuando se desvían.
Tened en cuenta
que en este negocio de la Vida eterna no se da puntada sin hilo; Francisco, el
argentino que trabaja de Papa, ya está arrimando el ascua a su sardina, ha
condenado el atentado de Charlie con un “sí, pero…”, “…si Fulano menta a mi madre lo que se puede
esperar es un coscorrón”; como lo de la blasfemia es más grave que eso de la madre, por pura
proporcionalidad caben acciones más drásticas. O sea, está feo eso de matar, si
bien hay terrenos en los que no cuenta lo
de poner la otra mejilla, el perdón de los pecados o el sufrir con paciencia los
defectos del prójimo; a Dios rogando y con el mazo ajusticiando.
Si los
partidos de Yahvé o de Mohammad algún día se presentan a las elecciones y ganan,
lo mismo tenemos que tragar con las leyes antiblasfemia, con el Ramadán o con
la misa dominical obligatoria; mientras no sea así mantengan sus negocios
celestiales apartados de nuestros asuntos. Igual, a lo mejor llegan a prohibir
que se dibuje la cara de Mahoma, suponiendo que alguien sepa cómo es; por
cierto que un dibujante de Charlie me ha planteado una seria duda teológica, ¿y
el culo?, ¿ese sí se puede caricaturizar? No he leído en el Corán nada al
respecto.
(*) Por cierto,
en danés se dice “Jeg er Charlie”
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