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Armón ante la Justicia



Se va a cumplir un año desde la primera muerte; los datos de la investigación son terribles: el buzo falleció porque recibió, por el tubo de respiración, anhídrido carbónico y lubricante del compresor; no tenía comunicación con la superficie y trabajaba solo. La Inspección de Trabajo ha impuesto una multa de 863.000 € y el Juzgado nº 1 de Gijón ha decidido procesar al encargado de seguridad de Astilleros Armón, al responsable de la subcontrata y al de la subcontrata de la subcontrata.
La subcontrata de la subcontrata…así funcionan las cosas en este astillero. Fue prácticamente regalado a una sociedad constituida como Astilleros Armón Gijón S.A., 16 millones de euros por unas instalaciones en las que solamente los terrenos ya valen 78; buen negocio, más aún si la empresa matriz únicamente ha desembolsado 8, igual cantidad fue aportada en ayudas del Principado. Desde luego no hubo ningún concurso público, fue una adjudicación directa, urgía solucionar el paro en el sector. Pues bien, “la gran solución” para el astillero, “la salvación de centenares de puestos de trabajo”, solamente emplea a 12 personas; el resto, más de 500, corresponden a un entramado de subcontratas encabezado por Montajes Nervión y que cuenta con cerca de una veintena de empresas. Esta red hace que los trabajadores pierdan derechos y condiciones laborales, porque siempre tienen contratos “por obra o servicio”, es decir, se quedan en la calle cuando le apetece al encargado.
Así pueden verse las impresionantes medidas de inseguridad que recogen las fotos siguientes, que en ocasiones parecen retratar números circenses más que un dique de construcción naval. Son instantáneas tomadas con móviles, clandestinas, para ilustrar las denuncias.



Ésta es particularmente ilustrativa; no es una foto mal tomada, son las condiciones exactas en las que puede llegar a trabajar un soldador en el interior del barco. Como se ve, -o mejor dicho, como no se ve-, es una atmósfera irrespirable, no se puede soportar durante diez horas; en una circunstancia así se produjo la segunda muerte, que la empresa intentó maquillar, según los testigos (Laudelino Alperi, consejero delegado de Armón dice que “es mentira que se modificara el escenario del accidente").


Se llenó el local de Podemos en La Felguera para ver las imágenes y escuchar el relato de unas condiciones laborales propias de otro siglo. Aitor Prieto y José Luis Varela explicaron la situación con la claridad de quienes la sufren a diario; un tercer compañero, que fue el que sacó el cuerpo sin vida de Agustín del habitáculo, no se encontraba en condiciones de hablar en público, muy afectado aún. Personas que nunca habían pensado verse en una así: “La verdad es que no estábamos sindicados; nos llevaban panfletos y eso, pero ni los mirábamos, tengo que llevar el pan a casa…” El miedo a moverse, a hablar, por el ambiente represivo, cuasi carcelario; después de la muerte de Fernando, el buzo, hubo una asamblea, enseguida la pregunta: “¿Quién anda revolucionando el astillero?”, y la contestación patronal inmediata, se les comunica el final de contrato. El control de Armón sobre las subcontratas es tal que “Miguel (un encargado) oyó a unos trabajadores criticar el ambiente de trabajo en un bar, al día siguiente fue buscando por las diferentes empresas, a uno lo identificó por el tatuaje, y dio la orden de que los despidiesen”; instrucción que, desde luego, fue cumplida sin rechistar.



Los apoyos oficiales, los silencios cómplices de cierta prensa, daban sensación de seguridad a los dirigentes. Las sucesivas denuncias ante Inspección no obtenían resultados; he tenido ocasión de de ver seis de ellas, que se saldaron con un multa de andar por casa y un apercibimiento. Sin embargo la perseverancia de algunos trabajadores obligó a actuar al Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos laborales, un organismo que pagamos todos y que, según fuentes obreras, es poco más que un refugio para familiares de ciertos cuadros sindicales. Analicemos: Dice el informe firmado por el Instituto que “Se realizó una visita en la que se recorrió el astillero con las personas indicadas en el apartado 3 con el objeto de conocer el estado de la cuestión”.
¿Quiénes son las personas indicadas? Joaquín Fernández Fernández, Jefe de mantenimiento, calidad, medio ambiente y seguridad de Astilleros Armón, ¡cuántas responsabilidades en una sola persona!, es el que ahora está imputado por el juzgado nº 1, precisamente por no cumplir ninguna de ellas, con resultado de muerte; y de Alfonso España, Jefe de mantenimientos de Nervión, más propiamente inspector carcelario, denunciado por coacciones a los trabajadores. A uno que no quiso trabajar un sábado completo: “¡Atente a las consecuencias!, estás en la lista de futuros despedidos”; ante un accidente laboral: “No vayas a la mutua, coge unos días de vacaciones”; respuesta a quejas por los precios de la hora: “Agradecido deberías estar de tener trabajo, aquí hay cola para trabajar. ¡Ésta la vas a pagar!
Hago la inocente observación de que  la visita se realiza por denuncia de parte, sin embargo en el recorrido por el tajo sólo están los denunciados, no están los trabajadores; entre otras cosas porque en el astillero no hay ni comité de empresa, ni delegado sindical de seguridad, ni ganas de que los haya. De esta manera el informe de inspección mueve a risa. “Punto 4.1. Se denuncia la carencia de botiquín. Se ha observado en la visita la existencia del mismo” ¡Perfecto, sin problema!, pero, ¿el botiquín está equipado?, ¿se abre?, ¿tiene personal cualificado para atenderlo? “Punto 5.1. Se denuncian maniobras peligrosas con las grúas. En la visita no se ha observado ninguna maniobra peligrosa”. ¡Un mundo feliz!, un clima idóneo; eso sí, “recomiendan” que haya un Comité de Seguridad.
Héctor: “Avisamos que iba a haber un muerto. Ahora ya hay dos” Algún trabajador se decide a denunciar por escrito: “Pedí el parte de accidente para ir a la mutua a curarme los ojos y no me lo dieron... y me dijo que cogiera vacaciones” La gente que levanta un poco la voz enseguida recibe la notificación de final de contrato, Aitor: “Yo ya sé que no voy a volver a trabajar aquí, y que lo tendré dificil en otros sitios, pero ¿cómo dices a unos padres que ya no van a volver a ver a su hijo? Trabajé muchas veces al lado de Agustín; más que compañeros ya éramos amigos, hablábamos de nuestras cosas, igual ya sé más de su novia y el de la mía que…” Han sido necesarias dos muertes, una semana de huelga, para que la empresa haya decidido aceptar que se cumpla la normativa legal; se da esta penosa circunstancia porque estamos gobernados por irresponsables, por personas más amigas del dinero que del bienestar de la ciudadanía; la Consejería (PSOE) dice desconocer las denuncias presentadas, el Señor Couto, concejal en Gijón de una banda disfrazada de partido político llamada Foro, declaró en su día “no tengo dudas sobre la seguridad del astillero”. Los trabajadores tampoco, saben a ciencia cierta que no existe; también han aprendido a plantar cara, es el principio. Aitor: “La novia de Agustín, la familia, nos dicen que el hecho de que luchemos les ayuda a soportar la carga, y nos animan para que esto no se repita”


Nota: Gracias a Carlos Tuñón por las fotos de calle, a Carmen Martín por las de Podemos y a los propios trabajadores por las del astillero.

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