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Mayorga. Las mujeres, de nuevo.


Debo reconocerlo, he sido débil, solamente he hecho 30 kilómetros. Comenté con Falo que tenía una sensación extraña en las rodillas, como que me fueran a flojear; "¡vas a cascar!"; pues nada, prudencia, después de comer, al coche.
Se ha desarrollado la etapa por esas rectas interminables de la Tierra de Campos, donde parece que los pueblos se van alejando de tí; no hay manera de llegar nunca a aquella hilera de chopos del horizonte. "Que llaman Tierra de Campos lo que son campos de tierra", escribió el poeta. Llanura semidesértica y sol a plomo. Me quedo en la parte posterior para acompañar en su voluntarioso esfuerzo a Ramiro Pinto, escritor; "Me vas a perdonar, pero no sé nada de tu obra" "Entonces eres mal lector", me dice con sorna casi asturiana; me señala las fincas agrícolas a ambos lados de la calzada, "Yo no veo aquí el vergel que nos prometieron cuando anegaron Riaño. Esta tierra es de secano, incluso tiene una subvención de la UE para mantenerla en esta situación, de lo poco de secano que queda en Europa y proteger la avutarda...Al final los que no tenían agua siguen sin tenerla" Ramiro estuvo entre quienes resistieron en los tejados, trae la bufanda de entonces como símbolo. "Había que aguantar hasta un poco más allá del 31 de diciembre de 1987, porque luego Europa protegería la zona. Fue una derrota, pero sirvió para evitar Vidrieros en Palencia, y Omaña". Recuerdo perfectamente todas las casas con la pintada Salvar las Omañas; Ramiro era en en aquella época coordinador de Los Verdes en Castilla León. Más recientemente estuvo en Asturies con lo de Caleao.


Se come en Albires, 10 kilómetros de la meta; quince personas, entre las que me incluyo, no continúan la marcha. Esperamos luego la llegada a la entrada de Mayorga, junto con un grupo de vecinas y el alcalde; aplaudimos el valor de quienes han completado, a buen ritmo, con buen ánimo, cuarenta mil metros de planicie eterna.





Escribo en casa de Esperanza y Pilar, dos ciudadanas mayorganas que formaron el comité de recepción, comentamos la actitud del señor alcalde. Alberto Magdaleno gobierna un pueblo de 1900 habitantes junto a otros cuatro compañeros del PP y cuatro del PSOE, en una relación "que podría ser mejor"; es de agradecer que haya dado cobijo a la Marcha, que haya acudido a recibirla a la entrada del pueblo, en contra de lo que han hecho, no sólo ediles de su partido, sino de los propios ayuntamientos de izquierda, -nunca olvidaré la puerta cerrada del Ayuntamiento de Langreo-. Ahora bien, estaríamos más reconocidos si atendiera las demandas de los 143 parados del pueblo. Hablo con el portavoz de la agrupación, José Luis Pérez, que me enseña como les rechazan las propuestas de cursos de formación porque "no se encuentra inscrito/acreditado ningún centro de formación" en esta localidad. ¡Pues anda que no hay locales!, pero los cargos oficiales no parecen andar muy finos, tanto que se han inventado un nuevo baremo para medir discapacidades, explica la carta oficial: "si alguna de las personas que realiza la formación tiene discapacidad igual o superior a 33 €..."



A las ocho de la tarde han convocado en la Casa de la cultura un acto para celebrar el 8 de marzo; es la primera vez que se celebra en Mayorga. Casi cien personas escucharon a Mª Jesús Suárez, en nombre de las Marchas, Mª Jesús Lobo, que, en contra de lo que había anunciado a la organización, se presenta como militante del PSOE (es concejala en Mayorga y diputada regional en Valladolid), Trini Vega, "ella es política, yo solamente soy una mujer trabajadora", que lee un escrito propio, con referencias a Delibes y a los Santos inocentes: "recordar a los gobernantes que no es que seamos santos, pero no somos ni tontos ni inocentes". Cierra Pilar, Pilar Pequeño, en cuya casa escribo, para recordar hechos notorios de su vida laboral y el menosprecio en instalaciones y emolumentos que sufrían las mujeres.
Volvemos al polideportivo, en el campo de hierba verde bastante bien mantenida se entrena con luz artificial el Racing de Mayorga; buena cena preparada por Almudena y Belén del Restaurante El Madrileño y buenos deseos para que la jornada de hoy no pase factura mañana.

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