Mi madre también trabajó en La
Dársena; no aguantó más que un verano. Veníamos de la Argentina, hace diez
años, no sabíamos nada de contratos, ni
de Seguridad Social, así que nos engañaron bien…
Luis Adolfo y
Pilar Peláez Díaz, hermanos y residentes en Gijón quieren reírse del mundo. No
respetan a sus trabajadoras, ni a la Inspección de Trabajo, ni a su propio
representante legal, que, desesperado, ha reconocido que le engañan y no le
aportan la documentación necesaria para resolver el conflicto. La demanda ante
el Tribunal de lo Social ha sido presentada, sin embargo hay que subrayar aquí
otro aspecto en que la legislación no ayuda al débil: En los casos de Civil o
Penal la parte que resulta condenada debe pagar todos los gastos del proceso, incluyendo los de la defensa de quien ganara; en lo Social, salvo casos
espectacularmente graves, incluso ganando el trabajador corre con sus costas.
En la
situación que nos ocupa una trabajadora que no dispone de medios, que ha
trabajado meses sin cobrar, que tiene que sacar adelante una familia con un
marido parado y cuatro hijos, para intentar defenderse legalmente antes que nada debe poner encima de la mesa 1200
euros. Si a esto unimos la parsimonia de la
Inspección de Trabajo no es de extrañar que las personas agredidas desistan de
denunciar, para mayor alegría de los explotadores; y lo de parsimonia es un
eufemismo, cuando acompañé a L. y a M. a ratificarse en la denuncia la
inspectora conocía el establecimiento de parecidas gracias del año anterior.
“Yo trabajé ahí hace 8 años, todo lo que comentan esas
chicas es verdad y se quedan cortas. Los insultos constantes por los 5 miembros
de la familia, los gritos que se escuchaban en el comedor, el cambiarse con una
cámara, el decirte el día 10 que pagaría el 16, el 16 el 25 y en el 25 ‘cobraréis
cuando se haga caja, si no os jodéis!’, trabajar seguido de 11am a 2,3 de la mañana,
con media hora para comer… Cuando
le puse la denuncia en la Gota de Leche me dijeron ‘Uy, La Dársena?, aquí hay
más de veinte denuncias ya de personal de cocina y sala’ ¡y así se quedó! ¡Como
si nada!”
Los testimonios que se han ido
recogiendo señalan, sin lugar a ningún género de duda, que los abusos están
perfectamente estudiados, que se vienen produciendo desde antiguo y que
solamente en la medida que reciban un escarmiento empezarán a pensar en ser
serios. Pilar a la inspectora: “No hemos
podido pagar porque nuestra costumbre es hacerlo por transferencia bancaria y
desconocíamos el número de cuenta de la trabajadora; en cuanto nos lo facilite
estará todo solucionado”. Broma cruel: “…donde a los españoles nos daban de baja en
la S. Social, sin nosotros saberlo… y a los ilegales los mandaban para casa
cuando recibían el chivatazo de la llegada del inspector de trabajo” ” Lo que son las cosas de la vida,
yo trabaje allí hace 10 años, estuve solo un par de semanas, yo soy de Ecuador
y cuando llegue allí el dueño vino a mí con demasiado interés a ayudarme y a
explicarme, él personalmente, cuando ya los compañeros me habían dicho k
tuviese cuidado con el tío, y tenían razón, los malos tratos hacia ellos era
exagerado y hacia mi nada d nada, hasta k un día subiendo x las escaleras
llevando un pedido de una mesa, subía yo delante con los platos en las manos y
el detrás, y me agarro del culo con las dos manos haciéndose el gracioso, asi k
pegue un salto mire para él y deje los platos en la mesa y le metí una santa
hostia…”
Se unen dos factores, creen, por una parte, que la gente les tendrá miedo “Si se te ocurría decirle algo se
te pegaban a la cara, te pegaban cuatro gritos y te decían que ‘ellos eran
gente pesada en Gijón’ que si decías algo que quien perdíamos éramos nosotros”,
y, por otra, que el desconocimiento de las leyes les permitirá seguir impunes “…con esa mentalidad…hay jefes por
todos sitios dando trabajo a gente sudamericana porque creen que somos
ignorantes…”
Sin embargo esta vez han tenido la mala suerte de encontrarse con personas
que han entendido que se debe acabar de una vez por todas con semejantes barbaridades “…Ya era hora que estos desalmados
saliesen a la luz pública, son bien conocidos por la gran mayoría de los
trabajadores de la hostelería en Gijón. Ahora que de verdad la Justicia
funcione como debe…” y con grupos de gente solidaria que
entiende los derechos laborales como algo implícito a cualesquiera seres
humanos, blancos, negros, amarillos o verdes; que piensa que hay muchas
empresas regidas por espíritus tóxicos que usan la crisis como disculpa para
llenar su cajón, así que, como primera
medida, y en tanto se decide el Juzgado de lo Social, se ha convocado una concentración
en el Muelle de Gijón, delante de La Dársena, la sidrería explotadora y
racista, para el sábado 17 de noviembre de 2012, a las 13 horas.
Por lo menos vamos a darles contra-publicidad o como se diga a ver si la gente tiene un poco de sentido común y tienen que cerrar ..... Menudos elementos ! Me lo llevo a mi muro del face!
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