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Yo también estuve en Valencia hablando de política

 



Son de estas coincidencias de la vida. Voy a Santiago de Compostela y por allí aparece el Señor Casado dando el pistoletazo de salida de una convención trashumante que acaba en Valencia. Es su afán apartarse del pasado tramposo y corrupto del PP, pero difícilmente lo va a conseguir con gestos como invitar a políticos de otros países condenados por meter la mano en el cajón, como el delincuente francés Nicolás Sarkozy, con dos condenas en este año por financiación ilegal, tráfico de influencias y corrupción, o el austriaco Sebastian Kurz, precoz mandatario que a los 35 años ya ha conseguido tener que dimitir de la cancillería; él y nueve de sus colaboradores y el ÖVP como partido, están acusados de malversación y desfalco de dinero público usado para encargar y publicar en 2016 encuestas manipuladas que dejaban en mal lugar al entonces líder conservador. Buenos maestros tiene, el Señor Casado.

Y ha tenido. Otro gesto hacia ellos ha sido hacer el cierre de la viajera convención en la ciudad que recuerda los escándalos de la contabilidad falsa de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), en cuya cárcel anda entrando y saliendo Eduardo Zaplana, como tantos ex ministros de Aznar, en la Valencia donde los tribunales han sacado toda su basura de financiación desde 2007 para acá con pelos y señales. No pudieron remontarse a fechas anteriores porque los delitos estaban prescribiendo.



El diario Las Provincias dice en su Manifiesto fundacional, 1866, -se puede leer en la cabecera-: “La voz del país que quiere ser justa, prudente y económicamente gobernado”. Hoy, integrado en el Grupo Vocento, cojea de la derecha, pero eso no hace ciega a su redacción; en un artículo a doble página de 24 de octubre, cuenta A. Rallo una buena parte del entramado para pagar las campañas con dinero negrísimo; toda la cúpula procesada, nueve de los diez concejales de la Barberá imputados…” Una obra coral”, dice el redactor, que se asombra del desenlace del asunto de los trajes del muy elegante Francisco Camps “y algunas sonrojantes absoluciones para la Fiscalía”.

Lo más curioso del asunto es que capturaban dineros a manos llenas, a través de la empresa Laterne, propiedad de un amigo del encarcelado vice-alcalde Grau, “pero, por extraño que parezca, pese a las contribuciones de los grandes contratistas del Ayuntamiento a esa mercantil, los proveedores de la campaña se quejaban de que no cobraban”. O sea, robaban dos veces. La empresa quebró y fue sustituida en el chanchullo por Trasgos para la campaña 2011.



Pero para 2015 las cosas ya se iban complicando, tuvieron que hacer una tarea de enanos, “la pitufada”: recogían las mordidas cobradas a las empresas en efectivo, para dar apariencia de legalidad, hacían montoncitos de 500 € que los militantes ingresaban en la cuenta oficial del partido como si fueran aportaciones voluntarias. Y así, sucesivamente.

Después del líder del PP, el Señor Sánchez llama, en el mismo marco, a su partido, titulado socialista, a cerrar filas. Siguen en él cargos políticos valencianos salpicados por asuntos de corrupción. No tenemos claridad en cuanto al cumplimiento de las promesas electorales ejemplificadas en la derogación de las leyes más agresivas que nos propinara el gobierno Rajoy, como la Reforma Laboral y la amordazadora Ley de Seguridad ciudadana. No están satisfaciendo las necesidades más elementales del proletariado inerme; desechada la Renta Básica, no funciona el amago de Ingreso Mínimo Vital

Para entonces ya había yo decidido aceptar la amable invitación de compañeras y compañeros de las Sillas del Hambre para hablar de estos asuntos y otros en Paterna. En la Granja Julia nos juntamos gentes de toda la península para hablar de la situación de paro y de precariedad en que nos han metido los que mandan. Vernos las caras después de año y medio de enclaustramientos, y discutir sobre un futuro con serios nubarrones. Hay que empezar a reconstruir todo, desde la voluntad de enfrentar a un sistema irracional, donde aumentan pornográficamente la pobreza de la inmensa mayoría y la riqueza de la mínima parte de la población. O sea, hemos hablado de Política. Pero sin exhibir carné de partido, porque, en frase ajena que suelo repetir hasta la saciedad, “Cuando la miseria entre por tu puerta no te va a preguntar a qué organización estás afiliado”.



Y después de nosotros, hace unos días, se reunieron también en la capital del Turia una parte de las más significativas señoras de izquierdas. Me alegra ver una tribuna exclusivamente femenina, aunque no me basta con la puesta en escena; quiero ver un programa de gobierno que proceda de las gentes que cada día se enfrentan a las hipotecas, a los desahucios, a los salarios que no llegan a fin de mes, a los contratos de diez minutos, a los empleos sin cotizaciones, a las pensiones de hambre, a la carestía de la vida, a la Sanidad sin recursos, a la Escuela que tapa la Razón en nombre de los dioses… Quiero ver una organización que acoja unitariamente a quienes sólo entendemos de una patria: la Humanidad.




 

Comentarios

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