No son molinos, son gigantes, y contra ellos llevan combatiendo los humildes trabajadores de una contrata de AZSA (Asturiana de Zinc) desde 2012. Hace unos días llegaron a un nuevo acuerdo, que podría ser el definitivo después de no sé ya cuántas huelgas de hambre y miles de reuniones con la empresa, la sanidad pública, la mutua FREMAP y ni me acuerdo cuántos más. No recobrarán la salud, pero al menos recibirán los tratamientos que mitiguen sus problemas físicos y tendrán una cierta tranquilidad económica. Me alegro por ellos y sus familias, que han sabido ser constantes en una pelea que ha pasado desapercibida. Curiosamente, en la prensa local no se hace referencia al auténtico propietario de AZSA, la multinacional GLENCORE, con sede operativa en Suiza y financiera en el Reino Unido. (O viceversa, que en esto del dólar nunca sabe uno). Sin embargo, cuando en 2013 hicimos referencia a la primera huelga de hambre en estas mismas páginas, -ante el clamoroso silencio de los informador
El sol ilumina Cuturrasu antes que nada en Langreo. En una mesa electoral en 2011 nacieron estos apuntes. Literalmente de la aldea al mundo