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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Lévy, 1948 y la obscenidad

Se presenta a sí mismo como filósofo, posiblemente gane unos euros escribiendo en periódicos que solemos tener por serios, sin embargo emprende cruzadas ampliamente sospechosas. Hasta no hace mucho defendió con quijotesco ardor la causa de aquel jefazo del Fondo Monetario Internacional que en su tiempo libre quería holgar con una camarera de hotel en New York; dejó quieta la pluma después de que en la propia Francia el mismo personaje fuera acusado de dos violaciones y de participar en orgías con prostitutas, empresarios y otras gentes de dudosa fama. Bernard Henri Lévy vuelve ahora a otro de sus temas recurrentes: la defensa de la política oficial del Estado de Israel contra los pérfidos palestinos; “Obscenidad”, titula su artículo en El País y empieza firme: Pongamos los puntos sobre las íes; a partir de ahí empieza a contar la historia desde el punto de vista de los buenos: En 2005, a iniciativa de Ariel Sharon, el Tsahal (Ejército israelí) evacuó Gaza unilateralmente y sin c

Lo proclaman abiertamente

Me alertó mi amiga Aitana, una periodista de raza que me enseña muchas cosas. Ella lo trajo desde una edición digital de NY Times; yo, en mi manía, seguí al historiador, Ite ad fontes, y abrí The Jerusalem Post. Allí estaba escrito con todas las letras: ¡Arrasar por entero el vecindario de Gaza, arrasar toda Gaza! Y no lo dice una persona cualquiera, o una iracunda víctima de un cohete, lo dice, seguramente sentado en un despacho, con la tranquilidad del que mide sus palabras, Gilad Sharon, hijo del famoso Ariel, miembro significativo de la casta política israelí. El artículo se titula "Es necesaria una conclusión definitiva" y empieza diciendo que no hay término medio; una de dos, o se hace pagar a los "gazanos" y sus infraestructuras o "reocupamos la Franja de Gaza". Va desarrollando sus argumentaciones (falaces) y suelta, -copio por si mi inglés me hace equivocarme: We need to flatten entire neighborhoods in Gaza. Flatten all of Gaza. Y luego sigue

Amigarse

Es una bonita palabra. La tenía olvidada en mi diccionario particular; se remonta a la más perdida infancia, cuando los amigos del Barrio discutíamos por cualquier tontería y con la misma facilidad nos reconciliábamos. Después ya no me pareció nadie los suficientemente importante como para enfadarme; cuando me encontraba un personaje particularmente tóxico lo tachaba de la lista y tan amigos. Pero ahora estoy de regreso, mi tiempo es mío y no de la multinacional que me pagaba; puedo por ende invertirlo en quien quiera (obsérvese que, con buen criterio empresarial, distingo "gasto" de "inversión"). Estoy recuperando viejas amistades, incluso entre las personas que  figuraban tachadas en la lista, sólo que mi capacidad de amar es limitada, humanamente corta, y debo enviar al ostracismo a casi tantos como recupero. Para ello establezco una clasificación, -en términos de comentarista económico "ranking"-, según su índice de toxicidad, ¡si vieras con qué rapi

Plantar cara a la infamia

Ya tienen dos denuncias ante la Inspección de Trabajo y dos demandas en los Tribunales de lo Social; al parecer no es suficiente para convencerles de que se ajusten a la Ley, de modo que ayer sábado un centenar de personas, pese a ese mal tiempo de los puertos marítimos del norte, con lluvia y viento racheado que te calan, nos concentramos, negros y blancos sujetando la pancarta, ante el desgraciado establecimiento. Se leyó este comunicado y quedamos para volver a juntarnos siempre que haga falta: "Es bueno preocuparse por Arcelor o por Suzuki; el cierre de una fábrica genera más huecos en el maltrecho tejido industrial asturiano. Los sindicatos, la patronal, los concejales, el Principado manifiestan su pesar. Pero, ¿quién se preocupa de los centenares de pequeños Suzukys que suceden cada día?, de las personas empleadas en pequeños negocios que se están siendo vapuleadas diariamente.   Vamos a hablar de un ejemplo demasiado frecuente. En este Gijón que quiere ser tur

Perseverar en la infamia

Mi madre también trabajó en La Dársena; no aguantó más que un verano. Veníamos de la Argentina, hace diez años, no sabíamos nada de contratos, ni   de Seguridad Social, así que nos engañaron bien… Luis Adolfo y Pilar Peláez Díaz , hermanos y residentes en Gijón quieren reírse del mundo. No respetan a sus trabajadoras, ni a la Inspección de Trabajo, ni a su propio representante legal, que, desesperado, ha reconocido que le engañan y no le aportan la documentación necesaria para resolver el conflicto. La demanda ante el Tribunal de lo Social ha sido presentada, sin embargo hay que subrayar aquí otro aspecto en que la legislación no ayuda al débil: En los casos de Civil o Penal la parte que resulta condenada debe pagar todos los gastos del proceso, incluyendo los de la defensa de quien ganara; en lo Social, salvo casos espectacularmente graves, incluso ganando el trabajador corre con sus costas.   En la situación que nos ocupa una trabajadora que no dispone de medios, que